domingo, 13 de agosto de 2017

Ahora la sabe.

Solo soy una persona con conocimientos en sistemas. En realidad trabajo para una empresa de tecnología y no soy especialmente creyente en nada paranormal, de hecho, soy poco religioso.
La razón por la que paso por aquí es precisamente porque me ha entrado cierta curiosidad en estos asuntos desde que un familiar que vive en el campo vino a mí a contarme una historia bastante particular. Por supuesto, es la primera vez que veo un sitio en el cual esta historia podría ser contada.
Javier y María son prácticamente dos campesinos, criados a la vieja usanza en una pequeña choza situada a unos treinta minutos a paso de caballo del pueblo más cercano. Javier es un primo lejano del lado de la familia de mi padre. Mi padre, a pesar de ser médico actualmente, viene de una familia muy humilde en el campo y él logró completar sus estudios de medicina con su propio esfuerzo; por esta misma razón aún tenemos bastantes familiares en zonas rurales que nunca han salido del campo.
La historia me la contó mi primo una temporada que hicimos el viaje hasta ese pueblo y decidimos de paso ir hasta donde el buen primo ya que le vemos prácticamente una vez al año en temporada de vacaciones. Usualmente nos genera pereza ir hasta donde él vive, porque a pesar de que el campo es muy bonito y la choza es muy acogedora, la vía para llegar no es precisamente apta para un vehículo moderno, aunque sea una camioneta como en la que vamos. De hecho, no es un carretera como tal, es solo un camino que se ha formado por el pasar de los animales y carretas o algunas motos, y que en invierno es inaccesible a menos que sea en vehículo de tracción animal de cuatro patas. También es posible que si dos carros se encuentran, alguno de los dos tenga que regresarse en reversa, por supuesto esto rara vez ha de pasar porque es muy poco transitado.
La última vez que lo visitamos, el buen primo tenía la espalda llena de cicatrices. Nuestra primera reacción fue preguntarle qué había pasado. Su respuesta me ha dejado atónito, es la primera vez que escuché algo similar.
«No sé si en el pueblo les contaron que me caí del caballo. Todo el mundo dice eso, pero María sabe lo que realmente pasó. No quisiera contarles porque están de visita y no quiero que vayan a pasar una mala noche».
Más que la razón por la cual nos lo decía, yo podía notar que tenía miedo de contar la historia. Sus ojos trataban de apartar la mirada y buscar otro tema de conversación; sin embargo, yo insistí, diciéndole que solo era una historia y que no me podía dejar con la intriga.
Bueno, siéntate aquí —me dijo al rato cuando los demás estaban haciendo otras cosas—. No quiero que tu pae se ponga nervioso manejando cuando estén de regreso.
Hace dos meses, como era de costumbre, yo tenía que ir al pueblo a comprar algunas cosas de la casa. Nunca lo hago muy entrada la tarde para que no me agarre la noche en el camino. Nunca le he tenido miedo a la noche, hasta ese día le tenía más miedo a los vivos que a los muertos y ya me habían robado antes por andar por el camino tan tarde. Parece que los ladrones no duermen.
«Eso es cierto», afirmé, mientras en mi cabeza quedó el eco de la frase «hasta esa noche».
Sin embargo, tenía varios animales enfermos —continuó—. Ya eran dos vacas que estaban bastante mal y no podía darme el lujo de que se murieran, así que tomé el caballo y comencé a ensillarlo. María inmediatamente me dijo: «Javier, ¿para dónde vas? ¿Que no ves que ya es tarde y me da miedo que vayas solo? Te va a coger la noche, tengo un mal presentimiento, espera hasta mañana». Yo la ignoré por la misma razón que ya te comenté, no podía darme el lujo de un animal muerto, así que tomé una linterna para alumbrar, aunque yo sabía que era noche de luna llena y estaría bastante iluminada, y posiblemente no la usaría para no mostrarle mi posición a nadie.
Fui al pueblo lo más rápido que pude. Compré en el mercado lo necesario y en el camino me encontré con un par de amigos que me ofrecieron dos tragos de Ron. Luego seguí, y tal como estaba previsto, una cortina negra cayó sobre el campo. Apenas había comenzado la vía.
Claro, el caballo ve mejor que yo, así que solo me incliné y traté de ir lo más rápido posible con la luz apagada para no mostrarle mi posición a ningún bandido. Llevaba muy buen ritmo, estimo que debía ir al menos ya por la mitad del camino y me iba sintiendo más tranquilo en cuanto avanzaba; sin embargo, cuando llegué a la curvita por donde se llega al arroyo, algo extraño llamo mi atención —hizo una pausa, como tomando fuerzas para poder explicarme lo que seguía; mientras hacía eso su miedo me invadía a mí también—.
Cuando pasé por la curva vi una silueta, estaba casi seguro de que era una niña. Para este punto, mi vista ya se había adaptado un poco a la oscuridad y podía distinguir cosas, pero como pasé tan rápido por aquel punto no podía estar seguro de si era correcto lo que vi o no.
Por supuesto, la duda me estaba matando. ¿Y si era una niña que se había perdido? ¿Qué tal si la muerde una víbora?… Tal vez la pobre no se atrevía a caminar del miedo. En estas tierras tan alejadas es posible que hasta sea violada y nadie escucharía nada…
Tantos pensamientos invadieron mi mente que decidí dar la vuelta y asegurarme. Paré en seco el caballo y di la vuelta, encendí mi linterna y comencé a buscar. En menos de un minuto ya la podía ver, a pesar de que estaba seguro de que había andado bastante mientras decidía si regresar o no. En ese momento no le di gran importancia, pues pensé que tal vez ella había caminado un poco o habría intentado perseguirme y por eso había avanzado.
Era una pequeña niña. «Tendrá a lo mucho unos siete años», pensé. Estaba vestida completamente de blanco, su rostro parecía angelical aunque tenía una parte tapada por el cabello, y la verdad aún no recuerdo si podía ver sus pies, tal vez estaban confundidos con el pasto, y además, al encender la linterna perdí nuevamente la poca visibilidad que ya tenía y solo podía ver lo que alumbraba directamente.
«¿Y qué pasó?», pregunté; aunque el corazón me palpitaba rápidamente no podía dejar de escuchar. …
Le pregunté: «¿Estás perdida?». Ella solo asintió con la cabeza sin mencionar una palabra. «¿Vives cerca?», nuevamente solo movió su cabeza hacia los lados.
Le dije: «Si quieres te llevo a mi casa y mañana buscamos a tus papás, porque no te quiero dejar sola aquí». Ella asintió de igual forma, solo moviendo su cabeza.
Giré el caballo y le pregunté que si sabía cómo subirse. No había terminado de hablar cuando ya la sentí detrás de mí. Me agarró fuerte de la cintura, obviamente pensé que debía estar aterrada, así que no le dije nada más y reanudé mi carrera hacia mi hogar que anhelaba ver mucho más en ese momento. Sentía como si de repente la temperatura hubiera descendido, y pensé: «Creo que ya ha entrado mucho la noche, debe ser muy tarde».
Aceleré nuevamente hasta lo que el pobre animal era capaz. Aún me daba más miedo encontrar a algún bandido llevando esta acompañante, ya no era solo mi seguridad, también la de esta niña —pausó nuevamente, sus manos comenzaron a temblar y su mirada estaba perdida en el recuerdo, como si lo estuviera viviendo de nuevo—.
Noté que algo no estaba bien, el caballo empezaba a bajar la velocidad y por más que intentaba no conseguía hacerlo regresar al ritmo que traía. Le dije a la niña: «No e asustes, ya casi llegamos». Ese fue el primer momento en que la escuché hablar, esa voz aún resuena en mis sueños y en mis pesadillas; no sonaba como ninguna persona, niño, adulto o anciano que hubiese escuchado antes, y me dijo: «Tú no vas para ninguna parte, tú te vas conmigo».
Impactado por sus palabras, miré hacia atrás; no podía ver su rostro, ya que estaba apoyado sobre mi espalda, pero sus piernas… sus piernas eran tan largas que arrastraban contra el suelo, era eso lo que no dejaba avanzar al caballo, lo estaba frenando.
Enseguida me di cuenta de que el frío que sentía no era normal, estaba temblando, mis manos estaban moradas, pero mi espalda estaba muy caliente. Sentía un olor a azufre que no desaparecía. De pronto… me habló de nuevo.
«Reza lo que te sepas si quieres, pero tú te vas conmigo».
A mi mente vinieron muchas oraciones, las que había escuchado en la iglesia, las decía así no creyera en nada de eso. Las que había escuchado cuando enterraban a la gente, las que había escuchado rara vez de algún religioso o en el colegio. El caballo iba cada vez más lento, casi que se detenía, y cada vez que terminaba alguna oración ella reía y solo decía: «Esa ya me la sé, tú te vas conmigo».…
Hizo una última pausa… esta vez el tono de su voz cambió, parece que había más tranquilidad en su rostro…
En ese momento me recordé a la bisabuela, ella siempre hacía una oración cuando alguien se sentía triste o estaba enfermo, no sé cómo la recordé en ese momento puesto que yo aún estaba pequeño cuando ella falleció. Tampoco recuerdo que sea algo que haya escuchado en una iglesia convencional, era algo como un pedazo de una canción o algo muy, muy viejo.
Esperé que ella se riera aún más, pero solo había silencio. En un tono de disgusto, me dijo: «Te salvas, porque esa no me la sé».
De inmediato desapareció la presión del caballo y comenzó a andar un poco más rápido, aunque se escuchaba en su respiración que estaba muy agotado. La presión en mi espalda desapareció pero todavía me dolía un poco, estoy seguro de que por el miedo sentía menos el dolor. Cuando llegué a la casa, dejé el caballo afuera sin pensarlo y entré donde María. Le di un beso y le conté lo que me había pasado. Ambos estábamos petrificados. Ella miró mi espalda y me dijo que estaba quemado, pero parecía como si me hubiera quemado hace tiempo, solo eran cicatrices.
Habremos dormido un par de horas esa noche. En la mañana, cuando salí de la puerta, ahí yacía mi caballo muerto; sus patas traseras estaban calcinadas y el olor a azufre aún permanecía fresco.
Allí terminó la historia, solo se levantó y me dejó ahí. Yo no sabía qué decir ni qué pensar.
Por supuesto, también nos agarró la noche cuando íbamos de regreso, pero no sentía tanto miedo porque íbamos en carro. La radio estaba encendida e iba con toda mi familia. Aun así, no me atrevía a mirar por la ventana. Hacia afuera solo se veía oscuridad, las luces solo alumbraban por donde estábamos andando. Yo pensaba: ¿Serían solo inventos? ¿Alguna historia colorida que inventó porque había tomado algunos tragos esa noche?
Miré hacia el cielo nocturno; en el campo puedes ver muchas estrellas y era noche de luna llena, de esas en la que la luna por alguna razón luce un poco roja. Cuando volví la mirada hacia abajo, no pude evitarlo: eché un vistazo por la ventana y vi una silueta en la oscuridad… Íbamos bastante rápido y evidentemente no había razón para regresar, aunque sentí un horrible escalofrío al recordar la historia. En ese momento recordé lo que le había preguntado al buen primo antes de marcharnos: «¿Y cuál era la oración?».
Él respondió: «De nada sirve que te la diga… Esa ya se la sabe».
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Por fin logré recuperar esta cuenta. uwu
Les dejo el link de la página por si quieren pasarse. 
https://creepypastas.com/ahora-la-sabe.html

lunes, 15 de mayo de 2017

Párpados.

Jugaba con mi celular cuando miré el reloj, 8:32 p.m. En media hora la pizzería cerraría y podría irme a casa a cenar y dormir un poco. Pero el teléfono sonó, Lucy contestó, y tras un par de minutos colgó.
—Esta debe ser la llamada más rara que he recibido en mis dos años aquí —dijo Lucy sin dejar de ver el teléfono.
—¿Qué ha sucedido? —respondí un poco sorprendido.
—Además de que un tipo raro pidió una pizza a las 8:32 de la noche, dio una dirección rarísima y pidió su pizza como fuera.
—¿A qué te refieres con eso ultimo?
—Le pregunté con qué ingredientes la deseaba, y me respondió «Los que sean».
—Esta gente de la ciudad… era mejor cuando vivía en la granja —dijo ella caminando a la cocina—. ¿No hueles a vinagre?
Sí fue un poco raro lo que el hombre había dicho, pero quién era yo para juzgar a alguien en una ciudad tan loca como esta. Así que después de diez minutos Lucy terminó la pizza utilizando pepperoni y jamón, los ingredientes más solicitados.
Me subí a mi moto y me dirigí a la extraña dirección, Calle Mel #1. Jamás había escuchado sobre esa calle, y menos sobre la casa con ese número,  así que busque rápidamente en el GPS de mi celular.
Me tomó quince minutos llegar. La verdad es que el barrio era un poco solo, de todas las casas en cada una de las aceras, si mucho tres estaban habitadas, y efectivamente, la que llevaba el número uno lo estaba, pues la luz de la sala pasaba por la ventana.
Toqué a la puerta varias veces, hasta que abrió una señora de aspecto mayor, tal vez de sesenta años.
—Buenas noches, Pizzas Marco.
—Sí, sí, sí, pase joven, voy por mi monedero —dijo la señora amablemente.
Entré un poco más allá de la puerta, cualquiera supondría que al entrar a la casa de alguien que tuviera semejante edad sería normal el olor a polvo, a la tela vieja de los cuadros que adornan las paredes y no lo sé, tal vez una vela encendida, pero el único olor que inundaba la casa era algo parecido al vinagre. Era raro ya era la segunda vez que lo olía esa noche. Me quedé quieto mirando los cuadros, y los adornos que habían sobre una pequeña mesilla, vi algo que me pareció muy peculiar, no concordaba con las cosas a su alrededor, era algo brillante, alargado y parecía ser metálico. Estiré mi mano para tomarlo…
—¿Crees en Dios hijo? —dijo una voz.
La sorpresa me pegó de golpe. Regresé mi mano a mi bolsa y miré al lado, era un señor también de avanzada edad, pero que sin duda se veía mejor que la señora. Lo miré a la cara, el olor a vinagre se volvió más intenso.
—Te hice una pregunta hijo —dijo con un tono un poco impaciente.
No sabía qué responder. —Soy católico —dije finalmente.
—No te pregunte eso, ¿o sí?
—No lo entiendo…
—Crees en Dios, ¿sí o no?
Me enfurecí un poco por la manera en que el anciano se dirigía a mí, lo más probable es que fuera un cascarrabias.
.
—Pues estás equivocado —dijo el hombre dirigiéndose al sillón individual de la sala—. No podrías estar más equivocado —dijo prendiendo su pipa.
—Cada quien tiene sus creencias —dije indiferentemente.
—Tú mismo lo has dicho, «creencias», no son más que cuentos que tu madre te dijo desde que naciste, incluso desde antes de nacer tienen decididas tus creencias, no te dan oportunidad de desarrollar un juicio propio, menos aun que mires el mundo y pienses por ti, todo son reglas que debes seguir hasta el día de tu muerte, para que después de eso, te des cuenta de que el Cielo y el Infierno no son más que pura basura.
Jamás había escuchado a un hombre viejo hablar sobres la falsedad de la religión, siempre hablaban de cómo Dios los había ayudado a progresar en sus vidas, a superar los obstáculos con los que se toparon. Este hombre comenzaba a ponerme nervioso.
–Dios no es más que lo que la gente inventa por miedo a un final.No sé qué fue, pero algo me impulsó a decirlo.
—Usted debe creer en algo, es decir, no creo que quiera desaparecer por completo al momento de su muerte —«Que no debe faltar mucho para eso», pensé.
Exhaló una nube de denso humo azul.
—Yo creo en lo que veo, y créeme, lo veo todo, John.
Miré mi pecho en busca de mi gafete, pero no estaba allí. ¿Cómo mierdas sabía mi nombre?
—Por ejemplo, tienes diecinueve años, tu novia Abby te odia y no puedes esperar a irte de la casa de tu madre —El anciano se puso en pie y comencé a temblar, no era miedo lo que sentía, era ansiedad, pues este hombre era un maldito acosador, me había estado espiando—. No tienes ni un maldito amigo de verdad.
—¡Hijo de puta! —grité—. Me has estado acosando, maldito bastardo. Te voy a denunciar. —Mis manos comenzaron a temblar.
–Oh no, claro que no John, ¿o prefieres Johny?… ¿Eso te recuerda a tu padre, cierto? El hombre que te dejó a ti y a tu querida madre cuando apenas tenías seis años. «Volveré por ti Johny», pero jamás volvió, ¿cierto? —El olor a vinagre ahora era insoportable; el sujeto se empezó a acercar a mí y yo al mismo tiempo a alejarme de él, sin dejar de mirarlo—. Lo veo todo, puedo verte a ti como los vi a ellos, los verdaderos dioses. Ya están entre nosotros y vendrán por todos, es nuestra misión prepararnos para su llegada.
El miedo ya había invadido cada músculo de mi cuerpo. Temblaba y sudaba a pesar del frío. No podía dejar de mirar a aquel hombre a los ojos, y fue entonces cuando noté una cosa: en todo el tiempo que hablé con él, no lo vi parpadear ni una sola vez.
Solo sentí un pequeño piquete, pero sabía que la válvula que la señora me había clavado en el cuello medía por lo menos diez centímetros, y era la misma que había visto en la mesa al entrar. Me desplomé, mi visión se nubló cuando el viejo se agachó y puso su rostro frente al mío.
—No necesito parpadear —dijo al momento de hacerlo. Sus párpados se cerraron y abrieron al igual que cualquier otra persona, con la pequeña excepción de que sus párpados se cerraron por izquierda y derecha.
Cerré los ojos y los volví a abrir. Estaba en la pizzería sentado con mi celular, Lucy estaba allí, devorando su libro de bolsillo. Miré el reloj, 8:28 p.m. Fue solo un puto sueño. Me reí un poco y fui al baño a mojarme la cara, pues había sudado demasiado y aun me temblaban las manos, incluso de niño no había tenido una pesadilla igual de escalofriante. El celular de Lucy timbró, por la conversación parecía ser su novio.
Bajé mi cabeza un poco y me la froté con las manos mojadas, era refrescante la sensación del agua fría en mi rostro. Hasta que escuché a Lucy decirle algo a su novio.
—No amor, de hecho creo que se derramó el vinagre, porque apesta demasiado.
Levanté mi cara con estupefacción; miré el espejo, intentaba pensar. «Debe ser una coincidencia. El vinagre se derramó y eso es todo. Estoy paranoico», pero el teléfono sonó. Miré mi reloj sabiendo lo que encontraría: 8:32 p.m. «Es imposible, debe ser el jefe que va a pedirnos que cerremos antes de tiempo, alguien que se equivocó de número, quien sea, debo ser racional».
—¡No me lo vas a creer John! —gritó Lucy cuando colgó el teléfono— ¡Voy a hacer una pizza con lo que sea!
—Mi rostro se neutralizó, no mostraba ninguna expresión, pareciese que alguien me había desconectado del mundo. La voz de Lucy desapareció, en ese momento nada más estaba yo y ese espejo frente a mí, todo lo demás era oscuridad. Solo deseaba que no me hicieran llevar ese pedido, no lo llevaría; el sueño, el sueño se debió signifi…
Me quedé quieto, levanté mi mano temblorosa y con la yema de mis dedos, palpé lentamente el área por donde la señora me había asesinado en mi sueño. Allí estaba, una pequeña cicatriz en el lugar exacto. Bajé mi mano, ya nada pasaba por mi cabeza, solo había una cosa más que hacer. Acerqué mi rostro al espejo, y parpadeé…
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No actualizo hace bastante. -.-
Creo que desde ahora pondré los días en los que actualizaré aquí. Teniendo en cuenta qué en Wattpad actualizo Jueves, viernes y domingo... aquí serán los Martes y Miércoles. 
Nos vemos entonces mañana y pasado, hasta entonces, ¡Sayonara! :)

martes, 18 de abril de 2017

Sueños Rojo Carmesí..

Hace mucho tiempo que me viene ocurriendo esto. Sueños inmemorables residen en mi cabeza tan realistas que ya no puedo diferir en si es real o simplemente otro sueño. Debido a mi Narcolepsia, suelo dormirme en cualquier lugar/momento. Debe ser por eso que me pasan este tipo de cosas. Desde muy pequeña ocurre conmigo. Decidí dejarme caer bajo el efecto de medicamentos que mis médicos me adujeron para tratar de que mis sueños no me controlen, tras un terrible episodio entre una botella de vidrio, la cabeza de mi hermano y lo que suponía ser un sueño. Mi opresora mente homicida era lo que me hacia pensar que en algún momento acabaría con la vida de mis hijas o de mi marido.
Hubo una ocasión en que estaba en la universidad y mientras mi profesor hablaba me deje caer bajo la cálida y favorable sensación de mis parpados pesados. Parpadeé solo una vez y en minutos mi profesor hablaba hacia la nada, me encontraba sola en el aula y el parecía no percatarse de esto, tampoco de mi presencia. Le hable en voz media, cosa que hizo un horrible eco por todo el vacío lugar, que termino en mis oídos causándome un dolor insoportable. Al darme cuenta, era de noche y mi profesor ya se había retirado. Una persona bastante conocida se encontraba en lugar donde se sentaba mi futuro marido. Colocado a espaldas mías hablaba en leves susurros algo que pude canalizar como palabras comunes sin sentido. Me acerco lentamente y veo, como sus ojos colgaban de sus cuencas, sus labios habían sido brutalmente arrancados y carecía de su mano izquierda. Volteo la cabeza hacia mi y rió estruendosa y sarcásticamente y ahí fue cuando pude notar la presencia de un cuchillo entre su única mano. Grite mientras sudaba frío, tome un caño salido absolutamente de la nada a mi derecha y comencé a golpearlo fuertemente, mientras escuchaba a mi profesor decirme que me detenga, obviamente ignore esto, mi profesor no se encontraba ahí. No podía evitarlo. La hermosa sensación de huesos quebrándose bajo mis golpes era tentadora. El rojo carmesí de la espesa sangre emanando de su cabeza era lo que mas me atraía. Unas huesudas manos sostuvieron las mías, haciendo que mis golpes cesaran. Parpadeé nuevamente y me percate de que golpeaba a un compañero de curso con un cuadernillo. Me sentí la persona mas estúpida en la tierra y caí en cuenta de que, ademas de ser Narcoléptica, también era sonámbula. Cosa algo rara, ya que la Narcolepsia paraliza al que la posee, Pero los médicos no siempre tienen razón.
Esto no me había vuelto a ocurrir desde hace 2 años. Mientras todos dormían, una seca sensación invadió mi garganta. Me incorpore en la cama, asegurándome de que mi marido aún dormía. Camine derecho por los pasillos de mi casa, baje las escaleras, atravesé la sala y llegue a la cocina, alumbrada por los focos de luces de los faroles en las calles que se filtraban por las ventanas. Tomé un vaso, lo cargué con agua. Di un sorbo, volví a observar por la ventana.
– esta nevando- me dije. Es verano, casi imposible que caiga nieve en esta estación.
Persuadí la presencia de sombras sobre la blanca nieve. Sombras que dejaban un rastro de huellas color carmesí.
-Rojo…- pensé.
Instantáneamente, oí gritar a mis dos hijas. Solté el vaso, corrí hasta su habitación. Las sombras estaban ahora dentro de la casa, ahorcando a mis hijas. El pasillo estaba decorado con muchas fotos, retratos familiares. Tome uno de estos y gritando, irrumpí en la habitación golpeando a las sombras, estas desaparecían ni bien el cuadro tocaba sus cuerpos.
Miré fijamente el rostro de mis hijas. El maldito rostro deformado de mis hijas. Sus cuencas vacías, su mandíbula dislocada, los dientes filosos y deformes que emanaban de esta, sus rostros arrugados que me decían una y otra vez.
-Vamos Mary, sabemos que quieres hacerlo.-
Tomé valor y las golpeé justo en la nariz. Un golpe a la vez rompí sus cráneos mientras reían insaciablemente. Creo que esto último me dio mas impulso para continuar.
Un dolor agudo sobresalía desde mi nuca. Sostuve mi cabeza y tras mirar mis manos noté la presencia del rojo que tanto amaba. Volteé y una sombra alta, robusta, y sonriente me miraba con un palo en la mano.
-¿Quieres matar? intenta conmigo Mary-
Me abalancé sobre esta sombra de la misma manera que lo haría un animal. No se como, pero mis puñetazos lograron romperle la cara. Tomé el palo que este soltó y rompí sus extremidades. Bajo cada golpe el crujido tentador me motivaba a continuar con los golpes.
Me desperté la mañana siguiente en una cama. Todo normal, solo que mi familia ya no estaba.
Tengo miedo de que esto algún día perjudique a mi familia.
Anoche, luego de este sueño, la policía irrumpió en mi hogar. Parece que un vecino alerto gritos desde mi residencia. Les explique mi situación y les mostré que mi familia aún dormía. Mis hijas en su cama y mi marido en el suelo del cuarto de las niñas. Supongo que durmió ahí para cuidarlas. Pensé en el tierno detalle que me había dejado mi marido. Pintó la habitación de mis hijas de mi color preferido, rojo. Pero que descuidado, mancho a las niñas y a él.
Observo el blanco cuarto en el que ahora me encontraba. Miro al techo, una luz de neón, blanca también. Que lastima, quisiera que lo pintaran de rojo. Las sogas que me sujetan lastiman mis muñecas y tobillos, pero todo esta bien, mi familia llego. Están a los pies de mi cama, observándome, con sus pálidos rostros. Sonríen. Mi amado color rojo emana desde mi abdomen ahora. Sonrío y una sensación de orgullo me invade. Lentamente, voy notando como sus rostros se hacen mas nítidos pero el cuarto se oscurece.
Ahora ellos están en mi lugar.

martes, 4 de abril de 2017

Caso de homicidio 911003

-Sala de reconocimiento de delito de gravedad máxima entre menores de edad. Lugar del hecho: Instituto de educación secundaria Alfonso XIII; hora del delito: 03.20 aproximadamente; grabación hallada en el teléfono móvil de uno de los presuntos autores del crimen. Hora del reconocimiento: 22.34 por un oficial de guardia en la comisaría de policía central de Sevilla en Alameda de Hércules.
El oficial le da al play de la grabación. Las primeras imágenes eran de una chica en una silla, seguramente atada a ella con los ojos vendados con una cinta. En la boca llevaba lo que parecía unos calcetines. La chica en cuestión no debe de pasar de los dieciséis años. Se acerca un nuevo individuo; esta vez un chico, que al igual que la chica no debe de tener mas de quince o dieciséis años. Le quita la venda de los ojos, aunque la chica no abre los ojos. El sonido, aunque distorsionado debido a la mala calidad del audio, daba a entender que el chico insultaba a la chica; aunque esta no reaccionaba. El chico soltó una bofetada, bofetada que habría derribado a la chica de la silla si no hubiera estado atada. La chica gimió, miro al chico con desprecio y le escupió. Esto provoco que el chico le soltase otra, con tanta fuerza que esta vez si que derribo a la chica con silla incluida. Una vez en el suelo, la chica recibió numerosos puntapiés del chico. Entonces, el cámara le dijo al chico que eso no le haría nada, que debía de pasar a algo más efectivo. Debido a la proximidad de la voz del cámara al móvil, se escucho perfectamente. El chico agresor sonrió y miro a la chica desplomada en el suelo. Entonces la mirada de la chica paso de un odio profundo, a verdadero terror. Incorporaron a la chica, todavía en la silla. El agresor salió del plano un momento para volver con un cuchillo de sierra. Empezó a sesgar la ropa de la chica, aunque esta se intentaba defenderse de alguna manera retorciéndose. Ya le habían roto la camiseta que llevaba puesta. Otra bofetada. Volvió a empuñar el cuchillo y esta vez le desprendieron del sujetador. Otra bofetada, acompañada de un puñetazo que le hizo sangrar el labio. Lo siguiente que el agresor le rasgo fueron las mallas de color negro que llevaba puestas, dejándola solo con la ropa interior. Lo siguiente provoco una mueca de asco al oficial, ya que le quitaban las bragas y la violaba de manera brutal. La cara de la chica se torció en un gesto de dolor. Apenas había terminado cuando el cámara se acerco a la víctima, diciendo que era su turno de disfrutar. El plano de la grabación cambio, dando entonces una imagen más cercana de la violación. Se veía como la vagina de la chica sangraba, y como el cámara le violaba. Una vez pareció acabar, volvió a la posición en la que estaba en una primera estancia, aunque la visión de la chica ahora era de desnuda y pálida, además de con muecas de dolor en la cara. El policía paro la grabación. Necesitaba un descanso.
Retomó en la grabación cinco minutos después, después de salir de la comisaria a u fumarse un cigarro. Play. El agresor principal había desaparecido nuevamente del plano, para volver a los segundos con un hacha, pero esta no era un hacha contra-incendios, sino una de talar. La levanto por encima de su cabeza y la clavó con gran fuerza en la pierna derecha de la chica. La chic amago un grito, grito que hubiera dado si no hubiera tenido el calcetín en la boca. Se retorcía de dolor mientras que el agresor levantaba de nuevo el hacha, que acto seguido clavo nuevamente esta vez en la pierna izquierda. Durante el minuto siguiente, le clavó el hacha ocho veces en diferentes partes del cuerpo de la chica. Entonces se escucho un golpe, que alerto al cámara, ya que este cambio bruscamente la dirección de la cámara hacia la puerta de la clase en donde se encontraban. Corrió hacia la puerta y miro por la diminuta ventana que había al lado de la puerta. Según lo que se veía en la grabación, el pasillo estaba desierto. Los golpes también habían alertado al agresor, lo que hizo que se acercara también en la puerta. La cámara se oriento a al agresor, que portaba el hacha en la mano. Este pregunto que era ese ruido, que si había alguien en el pasillo. El cámara respondió negativamente, aunque afirmo que debían de salir a comprobar. El agresor entonces salió del plano de nuevo volviendo con otra hacha que le entrego a su compañero. Este terminó con la grabación.
El oficial se rasco la cabeza, mas extrañado que nunca en su vida. Es cierto que solo había visto una de las dos grabaciones, pero lo que vió en la cinta lo había dejado en blanco. No había encontrado el cadáver de ninguna chica.
– Grabación de cama de seguridad del centro de educación Alfonso XII. Hora de la grabación: 3.50.
 Play. Esta grabación estaba en blanco y negro sin sonido, pero se veía una imagen aun  mas nítida que la cámara del móvil del cámara. La cámara de seguridad daba un plano estático del pasillo. Una puerta de este se abrió, y de esta salieron dos chicos, ambos con hachas. Ambos se fueron hacia el final del pasillo, donde estaban los baños de la planta. Volvieron al plano en unos segundos. Avanzaron hacia el principio del pasillo, saliendo de el y por tanto del plano de la cámara de seguridad. Esta vez tardaron unos minutos en volver al plano, solo se les veía de espalda mientras volvían al aula de donde salieron. Pasaron unos minutos antes de que volvieran a salir de ella, esta vez corriendo. Salieron ambos del pasillo por el principio de este. Pasaron unos cinco minutos hasta que se volvió a ver a uno de ellos, corriendo sin el hacha hacia los baños. No regresó. Pero si regreso otra figura. Esta era de chica. Llego hasta el frente de la cámara y levantó la cabeza. Miro a la cámara y entonces se llevó un dedo a los labios y dijo “shhhhh”. El oficial paró la grabación, y respiró profundamente. ¿Qué acababa de ver?¿ esa no era la chica a la que estaban torturando? Entonces le vino a la mente una pregunta que le hizo palidecer de inmediato: ¿Cómo había escuchado el siseo de la chica si la grabación no tenía sonido?

-Sala de reconocimiento de delito de gravedad máxima entre menores de edad. Lugar del hecho: Instituto de educación secundaria Alfonso XIII; hora del delito: 03.20 aproximadamente; grabación hallada en el teléfono móvil de uno de los presuntos autores del crimen. Hora del reconocimiento: 8.15 por un oficial en la comisaría de policía central de Sevilla en Alameda de Hércules. Caso trasladado de oficial debido a la defunción del anterior oficial.

jueves, 16 de marzo de 2017

En la oscuridad..

¿Cómo es posible tenerle miedo a una sombra en la oscuridad? ¿Por qué las personas tienen miedo cuando se encuentran rodeados de ella?
Incluso si tu peor pesadilla estuviera frente a ti en la total y abrumadora oscuridad, no podrías verlo, no sabrías que está ahí. ¿Por qué tendrías miedo?
Hace un tiempo no hubiera sido capaz de responder esas preguntas, creo que realmente nadie lo es; podrían dar muchas explicaciones psicológicas, pero realmente ninguna de esas respuestas lograría dejar a nadie satisfecho.
Creo que nadie es capaz de comprender nada de eso hasta que lo vive, uno no puede explicar el miedo hasta que lo ha sentido recorrer cada rincón del cuerpo, ese frío que paraliza poco a poco cada centímetro y que se convierte en una sensación que jamás querríamos volver a tener.
Esto que les contaré es mi historia. No tengo una historia fantástica donde hay un ser extraño que me acecha y termino volviéndome loco, tampoco es una leyenda urbana que me contaron mis abuelos o mis padres. Simplemente fue un suceso que me ocurrió, algo que jamás olvidaré y algo que me marcó para el resto de mi vida. No estás obligado a creerme, de hecho, creo que es más conveniente que no lo hagas, ya que si me crees, si confías en mis palabras, tal vez jamás quieras volver a estar en la oscuridad, porque yo, yo nunca quiero volver ahí.
Antes de comenzar, solo quiero agregar que en el lugar donde solía vivir los problemas con fallas eléctricas eran algo muy común, así que había ocasiones en las cuales estábamos sin luz por horas o incluso un día completo. En fin, recuerdo muy bien esa noche, fue una fría y lluviosa noche de septiembre; aún recuerdo el sonido incesante de la lluvia golpeando el techo de mi casa, mi antigua casa. Mis padres no se encontraban en ella, como de costumbre, salieron a cenar junto con mis tíos y primos. Yo no quise acompañarlos porque realmente no me sentía con ánimos de ir, además, nunca era precisamente algo muy divertido. Así que preferí quedarme en casa, jugar videojuegos, navegar en internet y pasar el tiempo hasta dormir tarde, o al menos ese era mi plan. No pasaron más de dos horas desde que mis padres habían salido, cuando de pronto comenzaron las fallas eléctricas. Ya sabía qué ocurriría después, estaría sin electricidad por unas cuantas horas. Y fue justamente lo que pasó.
Algunas ocasiones anteriores había sucedido lo mismo, y cada vez que esto ocurría, algo extraño sucedía en la casa: había objetos que aparecían en lugares distintos de donde estaban antes, algunas cosas se caían sin explicación aparente. Eran detalles, nada de qué preocuparse. El problema es que yo no comprendía que no eran solo eso… Eran advertencias, advertencias que dejé pasar. Regresando a aquella noche, yo lo tomé como algo ya común, no me sorprendí en lo absoluto, solo pensaba en ir por un par de velas a la cocina para no estar sin luz, tal vez leer un poco y finalmente dormir. Mientras pensaba en eso, un estruendo sacudió toda mi casa, era indudablemente el sonido de un objeto de cristal chocando contra el piso, y por ende, rompiéndose. Salté del susto, fue una reacción instantánea, algo inevitable; no es que haya tenido miedo, pero no me esperaba eso.
Salí de mi habitación y con la luz de mi teléfono celular comencé a caminar por el pasillo del piso superior. Quizá en alguna película las cosas comenzarían a pasar poco a poco hasta que el protagonista se volviera loco y entonces vendría lo peor, pero esto no fue así, esto no fue como en una película o una historia, esto era real, mucho más real de lo que yo hubiera imaginado.
Apenas había dado unos pocos pasos, cuando de pronto las puertas de todas las habitaciones se cerraron de golpe. Yo me asusté mucho, fue algo demasiado tenebroso e inusual. Dejé caer mi celular al suelo y la pantalla terminó mirando hacía el piso, lo cual cubrió la poca luz que estaba generando… Así es, quedé en completa oscuridad. Entonces lo sentí, sentí que algo se acercaba rápidamente a mí. No lo sentí literalmente, ni siquiera lo escuché, pero fue algo que estaba seguro de que venía acercándose. Casi usando solamente mi instinto, corrí de nuevo hacia mi cuarto y cerré la puerta detrás de mí. Me quedé parado junto a la puerta, como esperando que algo de pronto llegara e intentara atravesarla. Mientras estaba ahí, comencé a sentir un sudor frío que bajaba de mi frente hasta mi cuello y mis brazos, lentamente. Pasó alrededor de un minuto, tal vez un poco menos, y yo cedí, me alejé y comencé a pensar que tal vez todo esto era producto de mi imaginación; la verdad creo que solo intentaba calmar mi miedo, pero en el fondo no lo lograba creer. Pensé en irme a dormir, era la mejor solución, ya que pensaba que a pesar de todo, si algo me quisiera atacar no esperaría, solo lo habría hecho y ya. En fin, salir de mi habitación ya no era una opción.
Pasó un poco más de una hora y yo no lograba conciliar el sueño, me preocupaba lo que había sentido, y lo más desconcertante de todo era precisamente eso, que sentí algo, algo maligno, pero no lo vi ni lo escuché. Entonces, ¿cómo podía sentir miedo?
Una vez más un ruido surgió del primer piso de mi casa. Me levanté de mi cama y me acerqué a la puerta, quería escuchar un poco más lo que estaba sucediendo. Escuché la puerta frontal abrirse y el sonido de pasos en la sala, comenzaron a oírse susurros, era definitivamente más de una persona, y escuché el sonido de las llaves moviéndose entre las manos de alguien. Lo primero que pensé fue que eran mis padres, era un poco temprano aún, pero eso me alivió mucho. Abrí la puerta y salí de mi habitación, busqué mi teléfono en el piso, pero no lo pude encontrar, tal vez era la oscuridad la que no me permitía encontrarlo, así que ignoré eso y comencé a bajar las escaleras lentamente.
Ya no se escuchaban pasos, de hecho, ya no se escuchaba absolutamente nada. Me detuve a la mitad de las escaleras y me quedé esperando a que alguno de mis padres hablara; el silencio era abrumador. Me asomé un poco y logré notar que la puerta frontal se encontraba cerrada, apenas era visible, pero sí lo pude distinguir. ¿Acaso nadie había entrado a mi casa? Era imposible, el sonido fue muy claro. Mientras pensaba en eso, comencé a escuchar de nuevo los susurros, eran muchas más personas esta vez, y se sentían más cerca de mí; de hecho, se sentía como si estuviesen dentro de mi cabeza.
Los susurros incrementaban más y más, hasta que se detuvieron de golpe, y de pronto otro sonido me dejó paralizado por completo, un sonido proveniente de mi habitación. Era el sonido de una ventana rompiéndose. Se podía escuchar al viento entrar por la ventana destruida y el sonido de la lluvia se escuchaba aún más fuerte que antes. El miedo me llenó, pero quedarme ahí no ayudaba en nada, así que no lo pensé mucho y avancé hacia mi cuarto. Avancé lentamente, y cuando iba a la mitad del pasillo, la sensación regresó; una vez más sentía que había algo más en mi casa, cerca de mí, y esta vez podía sentir su maligna y aterradora presencia en mi habitación. Los susurros regresaron a mí, eran incesantes, y se sentían cada vez más fuertes. Apenas había dado unos pocos pasos hacia atrás cuando la puerta de mi cuarto comenzó a ser golpeada como si alguien tratara de derribarla intempestivamente. Esto era demasiado para mí, nunca antes en mi vida había tenido tanto miedo, la adrenalina corría por todo mi cuerpo y me sentía totalmente helado. Quería correr, pero no podía; quería gritar, pero había un nudo en mi garganta que no me lo permitía. Solo pude cerrar mis ojos y caer de rodillas al piso con lágrimas recorriendo mis mejillas.
Mi miedo me superó, esto que me estaba pasando no era normal, había algo ahí en mi casa conmigo, algo que me quería hacer daño. De pronto, sentí que alguien me agarraba por la espalda rápidamente. Cuando abrí los ojos y miré atrás, vi que era mi padre; estaba hablando, pero yo no podía entenderlo, me encontraba en estado deshock. Justo atrás de mi padre estaba mi madre. Ambos estaban preocupados, se les podía ver en los rostros. Noté que la electricidad había vuelto. Cuando recuperé el control de mi cuerpo y mis emociones, me preguntaron lo que había sucedido. Les intenté explicar todo, y juntos nos acercamos a mi habitación. Lo que encontramos ahí fue aún peor de lo que me había sucedido el resto de la noche.
En mi puerta había marcas de garras, como si un oso o un animal similar hubiera intentado atravesar dicha puerta con una tremenda fuerza; las mismas marcas se encontraban en cada una de las paredes. En el piso de mi cuarto estaban los cristales rotos de la ventana, pero lo extraño no era eso, era que esos pedazos de vidrio se encontraban recubiertos de sangre y de pedazos de carne, tal vez humana, o al menos eso era lo que parecía. No sé qué explicación podría tener todo esto, pero era algo demasiado extraño e inquietante. No podíamos tomar esto a la ligera, no había ningún tipo de explicación convincente para esto, un animal salvaje no podría entrar a mi habitación porque estaba en el segundo piso, además, todas las otras cosas que me sucedieron aquella noche seguían sin tener sentido. Así que nos mudamos de ahí lo más rápido que pudimos.
Ya pasaron tres años desde aquel incidente. Jamás he vuelto a tener una experiencia similar, no sé si es porque todo terminó al fin, o es el hecho de que, desde ese día, nunca he vuelto a estar en completa oscuridad.

jueves, 23 de febrero de 2017

Una historia de terror para mí hijo.

—Hijo, necesitamos tener una conversación muy seria sobre la seguridad en internet —le dije mientras me sentaba a su lado. Su laptop estaba abierta, jugaba Minecraft en un server público. Sus ojos estaban estancados en la pantalla. Había una ventana de chat abierta con diversos comentarios—. Hijo, ¿puedes dejar de jugar un minuto? —Salió de su mundo de juego, cerró su portátil y me miró.
—Papá, ¿será otra de tus historias de miedo y mal gusto?
—¿Qué cosa? —Fingí por un segundo, y entonces le sonreí—. Pensé que te gustaban mis historias.
Este niño había crecido escuchando mis historias sobre niños que se enfrentaban a brujas, fantasmas, hombres lobo y trolls. De la misma forma que muchas generaciones de padres, usaba estas historias de terror para reforzar su moral y enseñarle lecciones sobre seguridad. Los padres solteros como yo deben emplear todas las herramientas a su disposición.
Frunció el ceño.
—Eran divertidas cuando tenía seis años, pero ahora me estoy haciendo grande, ya no me asustan. Y son tontas. Si me vas a contar una historia sobre internet, ¿podrías hacerla más aterrante? —Me quedé espantado con su incredulidad. Él cruzo los brazos en señal de rechazo—. Papá, ya tengo diez años, puedo lidiar con eso.
—Está bien, lo intentaré. Erase una vez un niño llamado Colby… —Su expresión me indicó que no se había aterrado con el tema de introducción. Suspiró y siguió escuchando una historia más de su padre. Yo continúe—: Colby navegaba por varios sitios web para niños. Después de un tiempo, pasó a conversar con otros compañeros que encontraba en sus juegos en línea. Fue ahí que hizo amistad con un niño de diez años llamado Helper23. Tenían en común los mismos juegos y programas de televisión, se reían de las travesuras que hacían, exploraban nuevos juegos juntos.
»Después de varios meses de amistad, Colby le obsequió a Helper23 seis diamantes en el juego que estaban jugando. Fue un regalo muy generoso. El cumpleaños de Colby estaba cerca y Helper23 quería enviarle un regalo en la vida real; Colby creyó que no tenía nada de malo si daba su dirección a Helper23, ya que había prometido no darle su dirección nunca a los extraños. Helper23 le prometió que no se lo diría a nadie, y que así podría enviarle el paquete.
Pausé la historia y le pregunté a mi hijo:
—¿Crees que fue una buena idea?
—¡No! —respondió mientras agitaba la cabeza vigorosamente.
—Bueno, tampoco Colby. Se sintió culpable por haber dado su dirección, y su culpa comenzó a crecer, y crecer. Para el momento en que se ponía el pijama a la noche siguiente, su culpa y su miedo eran más grandes que cualquier otra cosa en su vida. Decidió que le contaría la verdad a sus padres. El castigo sería severo, pero tendría la conciencia tranquila. Se metió en su cama en tanto esperaba que sus padres fueran a cubrirlo.
Mi hijo sabía que la parte aterradora estaba por llegar. A pesar de su conversación donde aseguró que no tenía miedo de esas cosas, se inclinó hacia el frente con sus ojos bien abiertos. Y bajé la voz deliberadamente.
—Colby pudo escuchar todos los ruidos en la casa. Una lavadora balanceándose en el área de servicio. Las ramas golpeando contra las paredes en la parte exterior de su habitación. Su pequeño hermano bebé balbuceando en la cuna. Y había algunos otros sonidos que no lograba identificar… hasta que, finalmente, los pasos de su padre hacían eco en las escaleras. «Oye, papá —dijo con cierto nerviosismo—. Tengo algo que decirte».»Su padre asomó la cabeza por la puerta en un ángulo extraño. En la oscuridad, su boca parecía no moverse y sus ojos tenían un aspecto raro. “¿Sí, hijo?”, su voz también había cambiado. “¿Estás bien, papá?”, preguntó el niño. “Ajá”, susurró el padre con la voz extrañamente cambiada. Colby no tuvo mejor idea que cubrirse, quería desaparecer bajo su cobertor. “Umm… ¿Mamá está en casa?”.
»”Aquí estoy”, apareció diciendo la madre con la cabeza un poco más abajo que la de su padre. Su voz también era diferente. “¿Nos vas a contar que le diste la dirección a Helper23? No deberías haber hecho eso. Te advertimos que nunca dieras nuestra información personal en internet”.
»Ella continuó: “Él no era un niño de verdad. Solamente fingía ser uno. ¿Sabes lo que hizo? Vino hasta nuestra casa, derribó la puerta y nos asesinó. Solo para poder pasar un tiempo contigo”. Un hombre gordo con una chaqueta empapada de sangre apareció en la habitación sosteniendo dos cabezas cercenadas. Colby gritó y se quedó sin aliento mientras el hombre arrojaba las dos cabezas en el suelo y sacaba un cuchillo.
Mi hijo también gritó. Cruzo las manos a la defensiva sobre su rostro. Pero apenas estábamos comenzando con la historia.
—Después de varias horas, el niño agonizaba y sus gritos se habían convertido en gemidos. El asesino pudo escuchar los balbuceos del bebé en el otro cuarto y retiró el cuchillo del cuerpo de Colby. El bebé tendría un trato especial, nunca antes había asesinado a un bebé y estaba emocionado con la oportunidad. Helper23 dejó a Colby para que muriera y siguió los llantos por la casa hasta el cuarto del pequeño.
»En la habitación caminó hasta la cuna, tomó al bebé y lo sostuvo por los brazos. Llevó al niño hasta una mesa para tener una mejor apreciación de lo que iba a hacer. Pero mientras sostenía al bebé, el llanto se detuvo. El niño lo miró y le sonrió. Helper23 nunca había tenido un bebé. Arrulló lentamente al niño como un profesional en su regazo. Se limpió la mano llena de sangre en el cobertor para poder apretar las mejillas del pequeño. “Hola, pequeño individuo”. La furia y el sadismo se habían convertido en algo más agradable y tranquilo.
»Helper23 salió de aquella habitación, llevó al bebé a su casa, le dio el nombre de William y lo crió como si fuera su hijo.
Después de terminar la historia, mi hijo estaba visiblemente aterrado. Me dijo tartamudeando:
—Pero papá, ¡MI NOMBRE ES WILLIAM! —Le guiñé un ojo y le pasé una mano por el cabello.
—Por supuesto, hijo. —William corrió a su cuarto llorando de miedo. Pero en el fondo… creo que le gustó la historia..

martes, 7 de febrero de 2017

El origen de los Minions..

Era una tarde como cualquier otra, mi hija Julieta y yo estábamos aburridos, decidimos salir a rentar una película.
Ella se puso muy contenta, solo se arregló un poco y salimos inmediatamente.
Ya en la tienda, yo tomé una película de terror para verla en la noche ya que ese es mi pasatiempo, mientras tanto mi hija tomó la película "Mi Villano Favorito".
Al llegar a casa, rápidamente pusimos la película que eligió mi hija para entretenernos un rato, sin embargo, mientras mi pequeña estaba preparando las botanas para ver la película, se ensució la ropa con refresco y decidió bañarse, yo puse la película mientras ella se bañaba.
Ya en el menú de la película me dirigí a los "extras", ya que en ocasiones tienen juegos entretenidos.
Sin embargo, en lugar de juegos o imágenes, solo había vídeos en la sección de "extras" del DVD, eran bastantes vídeos, me llamó la atención uno llamado "El Origen de los Minions" al lado de una imagen de los conocidos muñequitos amarillos de la portada de la película que eligió mi hija.
Decidí ver que era un "Minion" ya que no sabía que eran y mi hija hablaba mucho de ellos.
Al abrir el vídeo se escucho la voz en ingles de un niño, la cual traducida decía esto
:El proyecto Minion de Gru comenzó, yo soy el experimento 02 y creé este vídeo para darle a conocer al mundo quienes son y como nacieron los minions.
Gru es nuestro creador y yo tenía un hermano mayor, él fue el experimento 01.
Él y yo vivíamos en un orfanato de USA en el estado de Virginia. Él tenía 12 y yo 11 años de edad.
Nunca conocimos a nuestros padres ya que los del orfanato nos contaron que nos encontraron en la calle.
Tiempo después, nuestro orfanato tuvo problemas económicos, ya que tenían que alimentarnos a todos.
Así que nuestro creador llegó un día y compró varios niños, entre ellos a mi hermano y a mí, beneficiando al orfanato económicamente y dejando menos bocas que alimentar.
Mi hermano y yo estábamos muy felices, conoceríamos más gente y por fin saldríamos fuera.
Su casa era diferente, muy fría y oscura.
Nuestro creador y nuevo padre dejó de ser amable con nosotros.
A los niños que se portaban mal, los castigaba congelándonos con una extraña arma de la cual salía un rayo que siempre guardaba en su bolsa.
Después nos hizo bajar a una especie de laboratorio, en el tenía animales domésticos muertos. Nos contó que estaba intentando crear a la mascota perfecta y por eso los animales, también dijo que nosotros podríamos ser esa mascota, pero antes tendríamos que pasar una serie de pruebas.
Después de esto nos mandó a unos cuartos que eran vigilados por una mujer para que nadie intentara escapar.
En la noche había un televisor con canales para niños.
A todos nos ponían unos lentes. Más tarde decidí dormirme, poco después mi hermano muy asustado me despertó porque encontró unas hojas en las que estaba planeado todo lo que harían con nosotros, cómo si fuéramos sus ratas de laboratorio.
Yo calmé a mi hermano ya que estaba muy histérico. Lo convencí de dormir un poco.
Al día siguiente, nuestro "padre" preguntó quién quería ser el primero en las pruebas.
Yo me ofrecí como voluntario, pero mi hermano asustado no me dejó y dijo que él tomaría ese riesgo antes que nadie, así que nuestro creador lo llevó a otro cuarto.
Al día siguiente regreso totalmente diferente, sin cabello, en un estado de shock, con la boca mas grande de lo normal su piel era de color rojizo, lo único que nuestro creador dijo fue que tal vez el siguiente intento funcionaría.
Yo le pregunté a mi hermano que habían hecho con él, sin embargo mi hermano murió en mis brazos. Nuestro creador dijo él era malo y por eso había muerto, solo los niños buenos resistirían...
La noche siguiente nuestro creador me despertó y me dijo que no hiciera ruido.
Yo muy asustado aún por lo de mi hermano, me dijo que me tomara unas extrañas píldoras de color amarillo.
Después de esto me puso 4 inyecciones distintas y se me nubló la vista.
Aún podía ver algo, y no sentía nada en mi cuerpo.
Nuestro creador me había cortado ambas piernas y brazos, mi cuerpo comenzó a calentarse demasiado y comenzó a tornarse de color amarillo, solo podía ver que hacía conmigo.
Después me puso en un contenedor de vidrio enorme donde solo cabía mi cuerpo, ya que mi torso comenzaba a expandirse por las inyecciones, y tomó la forma del contenedor.
Las mutaciones seguían cambiando mi cuerpo, donde estaban mis brazos y piernas salieron otras, pero estas de un tamaño más pequeño.
Sólo esperaba que las mutaciones no sufrieran mal y rezaba todos los días por ello.
Poco después, Gru (nuestro creador) llamó a los pocos niños que quedaban con vida, saltando de felicidad diciendo que por fin había logrado y había conseguido la mascota-esclavo perfecta.
A los demás niños del experimento o se les caía un ojo o se les caía todo el cabello.
Nos vistió con ropa, zapatos, y a todos nos puso lentes, todos éramos muy parecidos.
Lo único que nos mantiene con vida es provocarnos risas para no sentir ese dolor que nos quema por dentro, aunque nuestro creador olvidó aplicarme esa quinta inyección la cual hace borrarme todo el cerebro y dejarme el mismo seco, como a mis demás compañeros los cuales no recuerdan nada, sin embargo por eso yo puedo contar esta historia y grabar este vídeo ya que nuestro creador se quedó sin fondos, así que solo se dedica a secuestrar niños por las noches, y hacer experimentos con ellos.
Yo finjo no hablar bien para que Gru no me detecte entre los demás niños.
Por favor ayúdame, encuentra la casa donde él nos tiene, SÁLVANOS!-.
Después de ver esto quité la cinta rápidamente y lo mas perturbante fue cuando di la vuelta y me di cuenta de que mi hija también había visto el vídeo extra de la película.
Ella comenzó a gritar y luego se desmayó.
Varios niños han desaparecido a lo largo del mundo, dicen que lo último que ven es un carro plateado metálico acercarse antes de desaparecer.
Los testigos son paralizados por Gru, y la mayoría mueren, sin embargo algunos cuantos llegan a contar lo sucedido antes de morir pero los demás no les creen.