Hola, mi nombre es Jess tengo 15
años. La verdad, es que nunca tuve miedo a nada, ni a las arañas, ni a los
fantasmas, ni a la oscuridad. Nunca me asustó nada.
Mis amigos nunca me creyeron, y por
eso, a la noche, iremos a acampar a una “supuesta” casa embrujada.
Bueno, ya llegamos, ya estamos
dentro de la casa, tras un costoso esfuerzo en abrir la puerta que estaba
cerrada por tablones clavados allí.
Trajimos colchones para acostarnos,
una linterna, un celular, y una caja de primeros auxilios en caso de
emergencia.
Mis amigas están tratando de
asustarme con historias tontas de terror y otras babosadas sobre esta casa.
Ya cansada de escuchar intentos
desesperados para asustarme me voy a dormir, y mis amigas, cansadas también.
Yo concilie el sueño rápido, pero
mis amigas no. Ya estaban asustadas por sus propias historias de terror.
Tras una hora de descanso, me
despierto, y no veo a mis amigas (pienso que mis amigas seguramente me
despertaron y se escondieron para poder asustarme). Miro la hora en el celular,
y el mismo, tenía la pantalla completamente negra y en el medio de esa
pantalla, bien grande, aparece la hora, son las 3:00.
Aprovecho a ir al baño, agarro la
linterna y voy rumbo al baño. Llegue. Abro la puerta del baño y salen muchos
bichos, me dan mucho asco esos bichos. Me apoyo en la puerta del baño, y la
mano se me resbala. Alumbro con la linterna allí, y había una sustancia roja, parecía
sangre, pero deduje que mis amigas querían asustarme y derramaron pintura.
Alumbro un poco más el baño y veo que atrás de la cortina de baño aparecía una
sombra. Abro la cortina, y veo a mi amiga colgada. Al principio no lo podía
asumir, pero viéndolo ahora, TENGO MIEDO. Quiero escapar de la casa, pero la
puerta está cerrada por fuera con tablones, ¡¿Quién puso esos tablones?! Tengo
que encontrar otra manera de salir de esta casa. Las ventanas están trabadas.
Subo las escaleras. Mi otra amiga estaba acuchillada en el pasillo. ¡¿Que rayos
está pasando acá? Voy a buscar alguna ventana para salir. La única ventana está
en la habitación. Abro la puerta. Encuentro a una de mis amigas degollada en el
medio de la cama. Hay una nota. Dice “¿Tienes miedo ahora?”. Totalmente
asustada miro la ventana. Está cerrada con tablones. ¡¿Qué aré ahora?!
Encuentro un ático. Miro. ¡Hay una ventana despejada! Agarro el botiquín de
primeros auxilios y con eso rompo la ventana. La altura de la ventana hasta el
suelo era demasiada. Se me ocurre una idea, pero es muy arriesgada con el
supuesto asesino que está dentro de la casa. No hay otra manera de escapar.
Bajo las escaleras, y llevo por lo menos, 3 colchones de los que había abajo.
Cuando intento entrar al ático, la puerta estaba trabada. Tenía que hacer algo
para destrabarlo. Con todas mis fuerzas, la pateó, y la verdad es que no lo
puedo creer todavía, la abro, aunque me fracturo el tobillo. Tiro los colchones
por la ventana, y salto a través de ella. Recibo un fuerte golpe en la cabeza
por la caída, pero estoy consiente para correr tan rápido como pueda,
atravesando los bosques, hasta llegar a la carretera. El tobillo me estaba
matando del dolor, y tenía un fuerte dolor de cabeza. Por suerte, me tire desde
la ventana con el botiquín de primeros auxilios, y con la venda que había, me
vendo el tobillo. Agarro el celular, que por cierto solo andaba para la hora, y
el botiquín de primeros auxilios, y me doy a la fuga del supuesto asesino.
Tuve demasiada suerte de poder
llegar a la carretera, y de que un muchacho me auxiliara. Al día siguiente, los
policías y yo vamos a inspeccionar la casa, y no encontramos NADA, mis amigas
asesinadas NO ESTABAN. Los policías no me creyeron loca, me hicieron un análisis
psiquiátrico y vieron que no mentía. Pero siguen sin entender como mis amigas
no estaban.
Prometí olvidarme de todo lo que
paso para no hacerme un daño a mí misma, aunque todavía dudo si fue el mejor
camino a tomar.
A un año de la muerte de mis amigas,
hoy, recibo una carta diciendo “¿Aun tienes miedo?”