domingo, 28 de febrero de 2016

EL HORNO...(Sii muy original el nombre xD)

Esta historia ocurrió en un barrio de Santa Fé capital, más exactamente en una escuela. Estaba entrando al salón de clases cuando alguien mencionó:

¿Dónde está Gustavo?
Luego sólo se escuchó silencio, cuando entramos al salón la profesora se dio cuenta de que Gustavo no estaba, y se sorprendió mucho ya que era el niño mas estudioso de la escuela, ni siquiera faltaba cuando estaba enfermo, era muy extraño no verlo. Yo escuché algunas historias de lo que le pasó, pero no creí en nada de esas estupideces. Así que fui a preguntarle a la portera sin esperar respuesta alguna, pero ella me dijo que a él lo había atrapado el demonio del horno, por supuesto no le creí, pero luego dijo:

-Debes creer esta historia, ya que si entras a la portería, no saldrás jamas.

La señora me lo dijo como llorando así que me asusté un poco. Luego de dos semanas sin que apareciera Gustavo, empecé a creerme esa historia, y entonces se me dio como idea ir a comprobarlo. Pero mis compañeros no estaban de acuerdo, mis amigos, que siempre habían querido tener una experiencia paranormal, estuvieron de acuerdo.

A la noche de ese mismo día, nos dirigimos directo hacia la portería, uno de mis amigos llevo una navaja bien afilada, por si algo se salía de control.

Cuando llegamos dentro de esta no había nada, solamente un horno, este era medio viejo, y no estaba conectado a nada, ni siquiera al gas, solamente estaba apoyado contra la pared, así que decidimos quedarnos hasta el día siguiente.

Exactamente a las 12:00 me desperté y un brillo color oro emanaba de dentro del horno, en menos de 2 segundos un brazo, parecido a un tentáculo comenzó a salir de la puerta del horno, traté de despertar a mis amigos, pero no pude y al darme cuenta ya habían salido 5 tentáculos, uno para cada uno de nosotros, yo estaba petrificado ante esa escena, y más aún cuando uno de ellos atrapó a uno de mis amigos y se lo llevó dentro.

En eso mis otros amigos se despertaron, y se encontraron con esa horrorosa escena que les heló la sangre, luego los tentáculo nos atraparon a nosotros, yo intenté gritar, pero uno de estos me tapó la boca, traté de soltarme, y gracias al sudor que tenía pude zafarme, y correr hasta salir afuera. Desde allí pude ver como a mis amigos se los tragaba el horno, desde ese momento no volví a ir a la escuela, hasta tenía miedo de dormir, lo que es seguro es que ese horno sigue estando en esa escuela y se han reportado mas casos de desapariciones de personas.

sábado, 27 de febrero de 2016

LE CREEN?....YO SI

Todo empezó como un día cualquiera me levante e hice todo lo q tenia quehacer, llego la noche y toda mi familia iba a ir a una discoteca a bailar.

Pero yo soy de esos que no les gusta bailar ni nada de esas cosas por el estilo , yo me quede viendo tele cuando de repente tiraron una piedra de tamaños inhumanos sonó como si estuvo lloviendo rocas gigantes, no puse mucha atención y me fui a acostar.

Estando en mi cama estaba haciendo reflexiones del día y pensando, el frió que habitaba en mi cuarto no me dejaba dormir.. empece a mirar el techo y escuche unos pasos de un caballo, parecía que el techo iba a romperse y me iba a caer encima cerré los ojos esperando que yo estuviera dormido y fuera un sueño ,
salí asustado de mi cuarto hasta la cocina para tomar un vaso de
agua cuando regrese a mi cuarto menos asustado por que ya no escuchaba los malditos y estremecedores pasos de ese caballo abrí mi puerta y para mi sorpresa había un puto niño como si
había muerto hace años con su cara demacrada, triste tan horrible que me da asco describir .Corrí asustado del miedo por toda la casa esperando que mis padres llegaran pero parecía que pasaban los segundos muy lentos sentía que si esperaba mas mi vida correría un peligro al menos eso sentía como la presión subía por mi cuello , abatido volví a mi cuarto y trate de hacerme el valiente cuando de pronto el niño abre la boca y me mira diciendo...

– ¿Oye, quieres dormir? , ¿cierto?

Me quede medio petrificado y con mucho costo le moví la cabeza en señal de un miedoso ''si'' el niño desapareció y no se como putas solo me acosté y no se en que momento me dormir, todo esto paso tipo 12 de la noche y a las 3 am . desperte, mi familia ya estaba en casa todos dormían,algo me levanto sintiendo
que era una mano que toco mi cabeza acariciando mi pelo, era una mano muy fría y pequeña, pensaba yo era el niño, pero queriendo abrir los ojos no pude abrirlos, pero supe por pensamientos que esa mano no era de ese niño
por que me hablo y no era esa voz triste y pequeña de ese niño, era una voz gruesa y rígida como la voz de una amenaza, después ya no eran caricias eran rasguños y no podía moverme y para colmo no pude siquiera escuchar bien lo que decía no le entendí nada , Luego sentí que todo seso y no supe mas de esa mano,
ni del niño ,a las 5 de la mañana desperté con un fuerte dolor de
cabeza y unas pequeñas heridas en la cabeza.

LA PULSERA NEGRA...

Thomas era un joven médico que trabajaba de interno en un frío hospital de Dakota del Norte. Su vocación y sus ganas de salvar vidas eran el único motivo por el que no caía rendido de cansancio en unas interminables guardias que podían prolongarse hasta 36 horas y que le dejaban exhausto.

Aquella noche había sido especialmente dura, el servicio de urgencias no tuvo ni un respiro y Thomas había tenido que encargarse por primera vez de una paciente sin el respaldo de otro doctor. Luchó por la vida de la chica, que no debía tener más de 22 años, durante más de dos horas, pero desde que llegó se había considerado un caso perdido y en el hospital decidieron priorizar a otros pacientes que tenían más posibilidades de sobrevivir. Los daños que había sufrido la joven en ese accidente de tráfico múltiple eran tan graves, que incluso si Thomas hubiese conseguido obrar un milagro y la chica hubiese sobrevivido, las secuelas hubiesen sido tan graves que probablemente habría quedado en estado vegetativo.

Los médicos más experimentados del hospital habían acudido en la ayuda de los otros accidentados y decidieron “bautizar” a Thomas con un caso imposible para que un primer “fracaso” le hiciera comprender lo dura que es su profesión y no empezara a creérselo demasiado. Además priorizando a otros de los heridos habían conseguido salvar la vida de tres personas, en lo que había sido el peor accidente de tráfico que habían registrado las carreteras de la región en meses.

Thomas era consciente de que la chica probablemente nunca tuvo posibilidades de sobrevivir, pero aún así se sentía destrozado por dentro y tuvo que tragar saliva para contenerse las ganas de llorar cuando le puso una pulsera negra a la fallecida. La pulsera negra era un protocolo de su hospital que servía para marcar a un difunto y señalar la hora y causas de su muerte. Normalmente eran las enfermeras quienes se encargaban de rellenar los datos y ponerle la pulsera antes de mandar a un cadáver a la morgue. Pero Thomas pensó que haciéndolo él, el recuerdo de su primer “fracaso” le serviría para aprender y avanzar en la que puede llegar a ser una de las profesiones más duras. Memorizó cada una de las facciones de la chica y la cubrió con una sábana para que uno de los celadores se la llevara en una camilla por un interminable pasillo que conducía al depósito de cadáveres.

Al finalizar su turno, Thomas parecía un zombi, su cara demacrada por el cansancio y el fuerte impacto emocional de perder a su primer paciente le habían dejado destrozado. No era la primera vez que alguien se moría en una mesa de operaciones frente a él, pero esta era la primera vez que él era el doctor al mando y el “único responsable”. En su mente repasaba todos y cada uno de sus movimientos y trataba de buscar cual fue su error o si había algo más que pudiera haber hecho. Pero incluso él mismo, sabía que su proceder había sido impecable y que cuando a alguien le llega la hora es imposible luchar contra el destino.

Cabizbajo y caminando casi dormido entró en el ascensor. Se dirigía a la séptima planta donde tenía su ropa, lo único que quería era cambiarse e irse a dormir a la residencia que estaba a pocas calles del edificio del hospital. Eran las cuatro de la mañana y el hospital parecía vacío, tan absorto estaba en sus pensamientos que casi ni se dio cuenta de que había alguien dentro del ascensor cuando entró. Una mujer le saludó:

-Uff y yo que creía que tenía mala cara, ¿chico pero que te ha pasado?

Thomas se giró y vio a una mujer de unos cuarenta años que le sonreía, estaba casi tan pálida como él y aunque no tenía muchas ganas de conversar la contestó.

-Hoy ha sido un día muy duro, no se ni como estoy todavía de pie. Además he perdido a mi primer paciente – le dijo mientras ponía un gesto que denotaba que estaba a punto de echarse a llorar.

-Pues por la cara que pones estoy seguro que has hecho todo lo que podías, no seas tan duro contigo mismo.

-Muchas gracias, probablemente mañana pueda verlo de otra forma – dijo Thomas mientras se giraba a ver porque se había abierto la puerta del ascensor en una planta que ninguno de los dos había marcado.

Al mirar fuera vio la silueta de una joven en mitad del pasillo, al terminar de abrirse la puerta del ascensor comenzó a girarse lentamente hacia ellos. Thomas al ver la cara de la chica dio un salto hacia atrás y pegó la espalda a la pared del ascensor mientras señalaba a la chica que había fuera y trataba de decir algo sin conseguir articular palabra. De repente pareció recuperar el control de su cuerpo y se abalanzó hacia el panel del ascensor presionando repetidamente el botón que cerraba las puertas. La mujer que había en el interior del ascensor se quedó mirándole perpleja cuando la puerta se cerró cuando faltaba menos de un metro para que la joven que había fuera entrara en el ascensor.

-E… e… esa chica – dijo tartamudeando del susto – yo mismo la vi morir, no pude hacer nada para salvarla y le puse esa pulsera negra.

La mujer que se había mantenido pegada a la pared sonrió y mientras levantaba el brazo le preguntó:

– ¿Una pulsera cómo esta?

Thomas se giró a mirarla y vió como en su muñeca había una pulsera de color negro, idéntica a las que usan en el hospital. El joven médico se desmayó del susto y en su caída agarró fugazmente el brazo que le mostraba la mujer con la que había compartido la charla en el ascensor.

Minutos después encontraron a Thomas aún desfallecido en el suelo del ascensor. Todos atribuyeron su desmayo al cansancio. Pero él sabía que lo que había pasado era real, en su mano tenía una pulsera negra que había arrancado sin querer del brazo de la mujer que había en el ascensor mientras caía desmayado. Al revisar la pulsera pudo comprobar que la mujer había fallecido dos años antes en un accidente de tráfico muy similar al de la chica que quiso salvar.

JU-ON




Alguien recuerda esta pintoresca casita???

Fue utilizada para una trilogía de películas de terror The Grudge, que tuvieron más éxito la versión japonesa que las Américas, 
Basados en esta casita sacaron la historia de la Maldición sobre el odio y la venganza, pues esta casita es la original, que según cuentan cuando entraron a grabar psicofonías en la casa en Japón, descubrieron un extraño sonido (el que hace con la garganta), según los técnicos de sonido eso salió hasta cuando estaban rebosando las cintas, ya que en el lugar no vieron ni escucharon nada. La historia existió un hombre lleno de rabia y celos asesinó brutalmente a su esposa y después a su hijo, el gato no fue real eso se lo pusieron en la película.
La casa existe y fue testigo de lo que sucedió. Pero el último en creerlo eres tu
CREER O REVENTAR.....



(N/A): Yo ví toda la saga de esta película :o pero tampoco se si creerlo o no....

LA CAJA NEGRA...

Durante un fin de semana, 5 jóvenes alistan su equipaje para ir de paseo al rancho de una amiga, la mama de uno de ellos les dice que no regresen tarde, porque por allá suceden cosas muy extrañas, uno de los muchachos que solía hacer bromas muy pesadas, se va burlando en el camino de los comentarios de la mama de la joven, ¡quien imaginaria lo que iba a ocurrir! Por el domingo el día de regresar, se les hizo un poco tarde, la lluvia comenzó a caer y apresurados salen rumbo a Chihuahua, pero para su mala suerte se les poncha una llanta de la Caribe, más no traían un gato para despacharla.
Buscaron piedras a su alrededor para poner el repuesto pero no encontraban ninguna, a lo lejos un montón de piedras se veían, y al quitar una de ellas se vio una gran caja negra, al destaparla un cadáver momificado lleno de joyas y un gran anillo en la mano derecha, los sorprende y los aterroriza, todos les dan nauseas, pero a Luis, el joven bromista se le ocurre quitarle el anillo de su mano, cuando sin querer se le arranca la mano y un líquido verde rojizo sale a chorros y salpica a Luis.
Pronto salen todos a pedir ayuda, cuando un automóvil Grand Marquis negro se para y les ofrecen ayuda, diciendo que el muchacho ( Luis ) se ve muy pálido y ofrecen llevarlo al hospital de la capital, al ir Luis de camino observa a su acompañante, una mujer fría pero que era manca, Luis sin romper la costumbre irónicamente le pregunta, que le paso a su mano, la mujer enfurecida le contesta, Tú me la quitaste. Más adelante en la carretera 45 fue encontrado el cadáver de Luis, el médico legista dio como diagnostico " Muerte por Infarto al Miocardio".

jueves, 25 de febrero de 2016

El misterio está en el sotano..

Tras una agobiadora semana de trabajo, me alejé de la ciudad para descansar en mi casa de campo. Era de noche, y me encontraba sentado en el sillón examinando cada una de las luminosas ramas del árbol navideño que hace días habíamos armado con Simona. Ella siempre había sido mi compañera de juegos y nunca fue vista en mi familia como una criada, incluso reemplazó a mi madre tras su misteriosa desaparición.
Seguí observando fascinado el árbol; si se miraba con cuidado se podía ver cómo de sus imponentes ramas se desprendían destellos de luz, como si fueran rayos de sol que inundaban cada rincón de la habitación.
Encendí las luces del living para poder leer un exótico libro que traía a mi mente gratos recuerdos de la infancia, pues había encontrado en sus líneas compañía para mis ratos libres. Abstraído leía palabra por palabra, página por página… en esos momentos, no existía el mundo a mi alrededor.
Sin embargo, el idílico momento fue interrumpido por un extraño ruido proveniente del exterior de la casa. No le di demasiada importancia, pues se acercaba una gran tormenta y el viento seguramente había tirado algo, pensé en ese momento. Pasaron unos minutos y no había podido concentrarme nuevamente en el libro. El zumbido del viento siempre me había llamado la atención y esta vez no fue la excepción. Yo creo que se escuchaba como almas en pena que aullaban por ser liberadas de su agonía.
En ese momento otro extraño ruido interrumpió el agudo silbido y en mi mente se comenzaron a tejer todo tipo de paranoicas sospechas: todo hacía suponer que había alguien merodeando la casa. Los típicos miedos infantiles a la oscuridad y a los monstruos se adueñaron de mí. Sólo de pensar en un asesino acechando, la piel se me helaba. Por suerte no estaba solo; inmediatamente llamé al mayordomo y a Simona y les dije:
- No pierdan un segundo, verifiquen que todas las ventanas y puertas estén completamente cerradas, escuché ruidos extraños fuera de la casa.
Ansioso no podía parar de moverme, estaba alterado, necesitaba tener alguna noticia. Inesperadamente se fue la luz y los rincones, antes iluminados por las luces navideñas, se ensombrecieron nuevamente. Tanteando en la espesa oscuridad, hallé varios candelabros con velas que tenía reservado para estas ocasiones. Las encendí, pero no servían de mucho, pues la habitación era espaciosa.
Al transcurrir el tiempo comencé a calmar mis nervios, y finalmente pude sentarme en el sillón a la espera de noticias. Mis ojos se detuvieron en un punto fijo ubicado en el centro de la flameante llama de una vela. Por un momento creía que todo era un sueño, me sentía transportado, fuera de mi cuerpo, estaba como en éxtasis; me encontraba en una formidable e interrumpible paz interior. Pero el azotar de una puerta me hizo reaccionar. Provenían de una pequeña puerta del exterior de la casa que daba al sótano y que personalmente me había encargado de cerrar con llave.
¿Cómo era posible que el viento la abriera?
Sin darme cuenta, me encontraba frente a la portezuela externa que se agitaba violentamente contra la pared. Me detuve unos segundos a observar desde el exterior el profundo y oscuro sótano; sólo los fuertes relámpagos lo iluminaban hasta el fondo. Desde esa perspectiva, lucía como si se hubiesen abierto las puertas del infierno.
Las gotas de lluvia me recorrían todo el cuerpo empapándome cada vez más. El viento y los portazos me desconcertaban. Sin pensarlo, cerré bruscamente la portezuela y de pronto una fuerza inexplicable me obligó a bajar la vista, descubriendo bajo mis pies un charco de lodo y sangre. Aterrado corrí enloquecido hacia mi casa, entré rápidamente y cerré la puerta principal con llave.
Mientras me secaba pensé:
“¿Quién había abierto la portezuela del sótano?
¿De qué o quién era la sangre enlodada?
Armándome de coraje tomé el candelabro más grande y abrí lentamente la pequeña portezuela interna que conducía al sótano. Comencé a bajar las escaleras. Y el crujir de cada peldaño aumentaba mi temor e incluso me asusté de mi propia sombra.
Llegué al suelo del sótano y rápidamente mis zapatos se mojaron, pues estaba todo húmedo por la lluvia. Y dirigí la luz hacia todos los rincones, pero no se veía más que libros y estantes viejos repletos. Todo era muy sombrío, pero mi agudizada vista descubriría el menor movimiento, estaba en alerta continua. Hacía mucho tiempo que no visitaba el sótano; al ver esos sucios objetos, comencé a recordar tiempos lejanos de cuando este lugar estaba prohibido y mi imaginación de niño me llevaba a pensar en las más sorprendes historias.
De repente sentí los extraños ruidos muy cerca de mí, ahora los pude distinguir mejor; parecían como pezuñas que golpeaban enérgicamente sobre el suelo y el de una cadena arrastrándose lentamente. El piso de madera comenzó a crujir cada vez más fuerte, y los inexplicables ruidos se aproximaban hacia mí, pero no lograba ver nada. Mi corazón comenzó a latir fuertemente, y las gotas de sudor recorrieron mi cara, casi estaba paralizado de terror. En ese instante comencé a recordar todos los momentos más importantes de mi vida, desde mi comunión, mi casamiento, mi familia, en Dios. Súbitamente un grito de Simona me llamó desde arriba:
- ¡Señor, señor! Venga rápido, apresúrese.
Sin esperar, subí corriendo las escaleras, pero un peldaño cedió y mi pierna quedó atrapada. Eran totalmente en vano los esfuerzos que hacía por liberarme y mi desesperación aumentaba, pues los extraños ruidos se acercaban continuamente. En esos instantes de desesperación vi la silueta de Simona bajando hasta donde me encontraba y con todas sus fuerzas intentó liberarme.
Pero repentinamente, dejó de ayudarme; sorprendido miré su rostro, la sensación que sentí al ver su tez absolutamente pálida fue inexplicable. Parecía como si ella hubiese visto la cara de la muerte.
- ¡Qué es eso! -gritó Simona.
Logré liberar mi pierna y sin mirar hacia atrás, subí despavorido las escaleras junto a ella. Al llegar al living, aseguré la portezuela con una vara de hierro. En ese momento llegaron apurados mi mayordomo Jaime y mi cocinera Juana. Él dijo:
- Señor, escuchamos los gritos.
¡¿Qué ocurrió?!
- ¡Hay algo en el sótano! Simona es la única que lo vio -dije sin aliento-.
Comenzamos a mirarnos todos los rostros, un silencio largo invadió el ambiente: mi criada Simona no estaba con nosotros estaba con su esposo....

martes, 23 de febrero de 2016

EL REFLEJO....

Esta vida tiene muchos misterios, muchos de estos misterios no tienen una explicación razonable y el siguiente caso es uno de ellos.
En algún pueblo había un joven de nombre Daniel Henderson, de aproximadamente 15 años. No tenía padres, habían desaparecido sin explicación y a quienes daban por muertos, así que vivía con sus abuelos. Daniel era muy diferente a los demás muchachos de su edad, inteligente, pero a la vez muy callado, en el colegio todos lo veían como alguien muy raro y muy callado. Si decía “Hola” ya era mucho decir.
Sí, Daniel guardaba un secreto, tan hermético como su personalidad. Sentía que su reflejo “no era él”. Sentía que su reflejo se divertía viéndolo a pesar de desviar él la mirada, que poseía facciones distintas a las suyas. Detestaba cualquier superficie en que se reflejase por azar.
Un día de escuela experimentó unas ganas de ir al baño, con que estando allí, y sin quererlo, se encontró con su reflejo. Hasta ese entonces había sido muy cauteloso, en vista del gigantesco espejo del baño, pero no podía disimular más su necesidad o apurarla en algún rincón oculto, siendo que el colegio era muy estricto y celosamente vigilado por los empleados.
El baño estaba sucio e impregnado de un olor desagradable. Daniel tenía el espejo delante de sí; hizo un esfuerzo para ocuparse en el inodoro y, cuando se disponía a salir, nuevamente su reflejo se opuso a sus ojos. Entonces se sintió atrapado, hipnotizado. Pasaron diez minutos, que Daniel vivió como diez segundos, sí, extrañamente así sucedió. Y, por supuesto, cruel ironía, su reflejo le guiñó un ojo.
Daniel despertó del trance al momento. Llegó a creer que se trataba de su imaginación. No, su reflejo le sonreía con malicia, despiadada malicia. Le hacía señas para acercarse, parecía que le pidiese unirse a él... Fue demasiado. Daniel huyó literalmente.
El mal estaba hecho. Comenzó a sufrir dolores de cabeza, náuseas. Lo sabía, el vínculo escrito en su encuentro. No había vuelta atrás. Su reflejo lo reclamaba.
Días después sus abuelos fallecieron en un accidente de tráfico. Él quedó solo y a merced de una maldición. Todo parecía confabulado. Fue enviado a un orfanato.
Pero la historia de Daniel Henderson no concluye aquí.
Él desapareció del mundo una tarde de invierno, y por mucho que se le buscó, nunca se le halló. Triste repetición, acontecimiento que revivía el recuerdo de la inexplicable desaparición de los padres del muchacho. Lo único que quedó de sus pertenencias fue una carta, breve, incompleta, junto a un espejo roto, y decía así:
“Sea quien sea quien encuentre esta carta, quiere decir que ya no estoy en este mundo, me entregué a mí, quizás yo mismo, no aguantaba más la presión, el miedo, la paranoia... el desespero.
Por eso quiero decirle a todas las personas que si sien...”
Ese fue el fragmento de la carta.
Hay muchas teorías sobre el paradero de Daniel. Unos dicen que estaba loco, así que se suicidó quién sabe cómo y en dónde. Otros, que su reflejo se lo llevó. Y por último, hay quien cree, sin esperanza, que todavía está en este mundo, apartado de todo.

martes, 16 de febrero de 2016

La leyenda que comenzó las cadena por facebook

La Maldición de Carmen Winstead:


Mientras la maestra se encontraba pasando lista a los alumnos después de un simulacro de incendio, una chica de un grupo de cinco amigas vio que su compañera Carmen estaba de pie junto a la alcantarilla sin tapa, y pensó que sería gracioso que todas gritaran “¡Carmen está en la alcantarilla!”, cuando la nombraban y así la pobre Carmen sería el hazme reír. Comunicó la idea a sus amigas y fingiendo tropezar unas con otras… empujaron a Carmen, quien apenas emitió algo de queja al caer, cuando dijeron su nombre, las cinco chicas empezaron a gritar: “¡Ella está en la alcantarilla!.Y todos rieron, hasta que la maestra se acercó a ver lo que ocurría, y devolvió a todos una expresión de angustia y terror.
Carmen había perdido la piel de su cara al rasparse con las paredes, pero se distinguía perfectamente una horrorosa mueca como si hubiese tratado de gritar y no tuvo el tiempo suficiente para hacerlo. Su cabeza se había torcido hacia un lado y todo su cuerpo había caído sobre ella en una posición casi imposible. La sangre se dispersaba en un charco que se mezclaba con el excremento húmedo y maloliente que impregnaba todo su cuerpo, mientras que las cucarachas inspeccionaron el nuevo manjar caído del cielo.
Las bromistas se acercaron a ver, y lamentaron haber llevado a cabo su idea, pero ya era tarde. Carmen tenía el cuello roto y estaba muerta. La policía calificó el suceso como un accidente y el caso de Carmen Winstead se cerró…
Meses después, compañeros de clase de la fallecida Carmen empezaron a recibir correos electrónicos que se titulaban “La empujaron”, afirmaban que la muerte de Carmen no fue accidente, que la habían empujado, y que los culpables debían asumir la responsabilidad del crimen, pues de lo contrario habría terribles consecuencias.  La mayoría pensó que los correos eran una farsa elaborada, pero otros cuantos no estaban tan seguros.
Días después, la chica que ideó el plan para ridiculizar a Carmen escuchó una extraña risa que venía de la regadera, así que terminó rápido su ducha y se fue a dormir más temprano que de costumbre. Cinco horas después su madre se despertó al oír un portazo en la entrada. Su hija no estaba en la casa. Llamó a la Policía, pero no hicieron mucho, pues aun no transcurrían las 48 horas, para declararla desaparecida.
La mañana siguiente mientras el conserje del colegio limpiaba las hojas secas del patio, vio que la nueva tapa que habían colocado en la alcantarilla tras la muerte de Carmen, había sido levantada y en el interior, estaba la chica desaparecida, muerta de igual manera que su compañera.
Al pasar los días, otra de las chicas tuvo el mismo destino, entonces, el ayuntamiento mando soldar la tapa, pero hubo una tercera muerte y la alcantarilla estuvo bajo vigilancia las 24 horas del día. Esto no detuvo los extraños sucesos, pues las dos víctimas restantes  murieron de la misma forma, en alcantarillas cercanas a sus domicilios. Así terminaron las cinco chicas, muertas dentro de alcantarillas, con el cuello roto y el rostro desecho.
La leyenda cuenta que el espíritu de Carmen las poseía en el momento del sueño, y las guiaba en estado de sonambulismo para provocarles la misma muerte que a ella le brindaron. Se rumorea también que otras personas que no tenían nada que ver con los hechos, murieron igual… todo por haber tomado a broma el correo recibido, y no haber creído que ella fue empujada… el castigo recibido, fue una muerte igual de horrenda…
(N/A): Dicen que fué así cómo empezó todo esto de las "cadenas" en facebook, diciendo que si no lo compartías...corrías el peligro de ser visitada a la noche por Carmen.....

lunes, 15 de febrero de 2016

Los demonios de las 3:15 AM

Bueno, mi nombre es Joy, soy una chica de 18 años de un lugar muy lejano, aquí les va mi historia.
Un viernes 13 de julio estaba la familia Jackson en su casa disfrutando de una cena familiar en la casa de la hija menor de 23 años, ella tenía una hija de 10 años la cual era muy alegre. Se hizo de noche, ya eran la 02:00 am y la familia decidió marcharse y sólo quedaron la joven de 23 y su hija, ella fue a visitar a su niña y la vio dada la vuelta hacia la pared. Ella exclamó:
- ¡¡Mmm, ya se durmió mi corazón!!!
Pasan las horas y la niña despierta a las 03:15 am, camina por las escaleras y se dirige a la habitación de la madre, pero en un momento queda paralizada en frente de la puerta de la habitación de la madre.
Al otro día la madre se levanta y sale a hacer el desayuno pero al salir de su habitación se encuentra a la hija de pie mirando el techo, con los ojos rojos y sus pies y manos aferradas al suelo, tanto así que sus uñas sangraban. La madre intentó hablarle y la niña sólo recitaba el Padre Nuestro al revés, y contaba del 1 al 6 tres veces.
La niña fue derivada a un manicomio y jamás pudieron lograr que ella dijera otra cosa. Años después la niña murió, ya tenía 17 años y la madre jamás se separó de ella.
Dicen que si tú te despiertas sola(o) a las 03:15 am los demonios se te aparecen y molestan hasta poder entrar en ti...
(N/A): Yo siempre me duermo, a las 3:00 de la mañana (si es tarde, pero como estoy de vacaciones hay que aprovechar x3..) Pero como me quedo con el celular, se me pasa la hora.Ayer a la noche eran exactamente las 3:07 A.M obviamente estaba solo yo despierta, y escuché como en la puerta de mi habitación chocaba algo contra ella (O algo así no se como explicarlo bien.) Me asusté...pero pensé que se había caído algo,provocando tal estruendo.
Y las primeras noches que me quedaba en esas horas despierta...O escuchaba pasos en el pasillo de mi casa, o en la ventana 3 golpes. Después de unos días dejó de escucharse cosas así; Hasta que escuché la puerta de la habitación de mis padres rechinar...no le tomé tanta importancia ya que no era la primera vez que pasaban esas cosas. 
A mis hermanas las escucho hablar solas entre sus sueños ( Comparto habitación con ellas) Como: "Se está prendiendo!!! noooo duele nooo" o cosas así. A mi otra hermana no le escucho ya que las murmura...No se si lo imagino....o si pasa de verdad. :c
No se lo cuento a nadie No me creerían o me tomarían por loca ..... ATTE: Gisel Gómez

Amigas hasta la muerte...

Era una noche de muchísimo frío, uno de esos días que está muy nublado y apunto de llover. Los padres de Elisa se iban ese día de segunda luna de miel y Elisa estaría sola en casa.

Elisa era una chica muy rebelde y festivalera, así que aprovecho la ocasión para hacer una fiesta pijama con sus amigas. Elisa comenzó con "prenda o atrevimiento" la fiesta. Prenda o atrevimiento era un juego en que consiste en preguntar a una persona "¿prenda o atrevimiento? si dice prenda tiene que quitarse algo que lleve puesto, si dice atrevimiento la persona elige a una de las jugadoras que elegirá su castigo. Después del turno de Irene, era el turno de Elisa. Elisa dijo que prefería atrevimiento y dijo que quería el reto hecho por María.

María era una chica gótica muy callada y con una mirada algo siniestra, maría se lo pensó un poco y dijo: Ve hacía el cementerio del pueblo y grita "atreveos, muertos, ¡¡matadme!!". Elisa era muy competitiva, así que agarró las zapatillas y una linterna y se fue al cementerio. Sus amigas se aseguraron de que lo iba a hacer así que fueron al cementerio con Elisa. Tras un buen rato caminando por las calles desiertas llegaron al cementerio.

Atreveos muertos, ¡¡matadme!!Gritó Elisa a pleno pulmón bueno, ya lo hice, ¿no? pues vámonos de aquí. No dijo María esta es sólo la primera parte del reto. Debes escupir en esa tumba de allá lejos. Este bien. Elisa se acerco pero antes de escupir a la tumba leyó en la lápida: "Elisa Ramírez Mendoza, tu familia nunca te echara de menos. Día de la muerte: hoy" Elisa lanzó un gritó de terror, se giró para correr hacia sus amigas pero... habían desaparecido.

Justo donde ellas estaban había otras tres lápidas: "María Sánchez Román, deseamos que estés en un lugar mejor. Día de la muerte: 3 de marzo de 1894" "Irene García Iransoda, sentimos todos tu muerte. Día de la muerte: 3 de marzo de 1894" "Rosa Martínez de los Riscos, te deseamos lo mejor en tu nuevo lugar. Día de la muerte: 3 de marzo de 1894" Era el nombre de sus amigas. En ese momento oyó una voz: Murieron, hace años, todas juntas.

Murieron en la que ahora es tu casa, haciendo la ouija. Estas condenada. Morirás, si, lo harás. Ellas te odian, quieren que tú mueras. ¿Por qué? porque necesitan mas almas en pena para matar y matar. Elisa se giró en mitad del discurso. Era una mujer vestida de época con su vestido manchado de sangre un cuchillo clavado en la cabeza. No tenía pupilas.

¿Nunca has visto una mujer matada por su marido? dijo la mujer. Elisa murió en el acto. Sus padres al volver a casa sólo encontraron tres nombres grabados en el suelo: "María, Irene, Rosa y ahora Elisa".

Que Tengan Dulces Sueños...

Intruso en el ropero

Había un ser extraño en el ropero. Ella lo sabía. Todas las noches lo escuchaba respirar en la oscuridad de su recámara. Su hermana le decía que no se anduviera con cuentos o todos en la escuela sabrían que a Romina le daba miedo dormir sola, lo que a sus escasos seis años le ocasionaría una vergüenza enorme; ese era el motivo por el cual la pequeña tenía que dormir con una almohada sobre ella hasta que la luz del sol entraba por la ventana de su habitación y la claridad del alba espantaba las terribles pesadillas.
Cada mañana, al revisar con la luz del día hasta el último rincón del viejo mueble en el que suponía habitaba un ser malévolo, se percataba de que no había más que ropa, zapatos y juguetes. Sonreía aliviada, pero esa sensación sólo le duraba hasta las primeras horas de la noche, en las que el miedo volvía a convertirla en su presa predilecta.
Noche tras noche la aterrada Romi, como le llamaban sus mayores, temblaba bajo las sábanas hasta que el sueño la cubría con su manto delicado. Rezaba tal como le aconsejaba su madre, mas nada le quitaba la sensación de ser observada por el huésped incómodo que vivía en aquel horrible vejestorio…
En uno de esos ataques de terror nocturno, Romi despertó llorando sin saber por qué. La suerte quiso que esa noche la luna llena luciera sus mejores galas y arrojara su luz blanca y delicada sobre el ropero de aquel dormitorio infantil. La niña sintió miedo en medio de esa penumbra, quiso encender la lámpara pero ésta no emitía resplandor alguno… entonces algo más espantoso sucedió: una de las puertas de aquel mueble comenzó a abrirse lentamente hasta que una fosforescencia extraña comenzó a inundar la habitación. 
La pequeña no alcanzó a gritar cuando un ser bajito, anciano y de orejas puntiagudas apareció en medio de aquel círculo luminoso. Él le sonrió, dejando a la vista unos dientes enormes que la hicieron paralizarse de horror. Antes de que su garganta pudiese emitir sonidos para  pedir ayuda, algo parecido a un imán la atrajo hacia aquella luz misteriosa. Lo último que alcanzó a escuchar, fue la puerta del ropero cerrándose tras ella.
Después, todo fue oscuridad. 
Al día siguiente, la familia supo que Romi había desaparecido. Alarmados, registraron la casa de arriba abajo, pero no pudieron encontrar a Romi. Temiéndose lo peor, los padres decidieron dar parte a la policía, acudieron a todos los hospitales de la ciudad, preguntaron a todos los vecinos por el paradero de la niña, publicaron su fotografía en los principales periódicos del país; sin embargo, nada de eso sirvió para tener noticias de la pequeña. 
La familia, deshecha y perdida ya toda esperanza, abandonó la casa algunos años después (la vendieron o alquilaron, nunca se supo a ciencia cierta) y emigró hacia quien sabe dónde. Lo que sigue quizás tenga más de leyenda que de verdad puesto que, desde niño, supe que entre la gente que habitaba ese barrio, corría el rumor de que todos los inquilinos que ocuparon la casa que había sido de aquella familia, juraban escuchar en las noches de luna llena, provenientes de un viejo armario de caoba, los llantos de una niña que suplicaba la dejaran regresar a casa. Finalmente, la vivienda fue abandonada y permaneció deshabitada durante mucho tiempo hasta que hace apenas algunos años, una tarde lluviosa de septiembre para ser exactos, un personaje misterioso emergió de ella… 
Muchas décadas después de la “extraña” desaparición de Romi, algunos periódicos dieron cuenta de un nuevo suceso acaecido precisamente en la misma casa: una mujer de edad avanzada había aparecido prácticamente de la nada en esa propiedad. La anciana fue trasladada a un albergue de la beneficencia, pues no se le encontraron familiares, a pesar de haber publicado su fotografía en diferentes medios de comunicación durante varios meses. El diagnóstico: demencia senil. 
En ese lugar la conocí. Decía llamarse Romina y durante el tiempo que vivió ahí fue una persona pacífica y taciturna, a excepción de breves lapsos de lucidez en los que me fue narrando algo que parecía ser su historia, una historia por demás increíble e infantil que, sin embargo, he comprobado y reforzado, en parte, con algunos recortes de periódicos antiguos que pude encontrar en la hemeroteca. 
Quizás todo sea una coincidencia… Mi profesión y toda mi formación basada netamente en la ciencia médica no dan margen a que crea lo contrario. Por lo tanto, únicamente agregaré que, lo único que me consta, es que Romina (como finalmente aceptamos llamarle) experimentaba un pánico totalmente irracional hacia todo lo que pareciese un armario, asegurando que de él saldría un malvado duende. Tal vez esa fobia de la infancia, jamás superada, la hizo concebir una fábula semejante y, por ello, se inventó toda esta historia, la historia más extraña que en mi vida como médico geriátrico he escuchado y la cual no he podido olvidar con el paso del tiempo, aunque su protagonista yace desde hace algunos meses en una tumba en la que descansa de sus miedos, duendes y fantasmas por toda la eternidad… 

Hanako-San La niña del baño...

Hanako-San es una niña fantasma (adolescente en algunas versiones) que acecha en los baños de las escuelas japonesas. Los japoneses la llaman “Toire no Hanako-San”, que literalmente significa “Hanako del baño”.
Ella tiene el pelo ligeramente corto, negro y lacio, usa una falda roja y su mirada, según cuentan, es capaz de helar la sangre al más valiente.
Habita el tercer cubículo de los baños del tercer piso; en otras versiones de la leyenda, el cuarto cubículo; ya que, en Japón, el 4 es considerado un número maldito por su semejanza fonética con la palabra ‘shi’ (muerte). Su espíritu generalmente pena en los baños de mujeres, pero no son pocos los casos de chicos que han salido despavoridos por encontrarla en medio del mal olor, la humedad y la penumbra, ya que ella suele preferir los baños descuidados y poco iluminados, por lo cual los profesores, aprovechándose del miedo que inspira Hanako-San, recomiendan a sus alumnos mantener limpios los baño.
El riesgo de encontrarte con Hanako-San es mucho mayor si estás solo o sola: entonces, ni pienses en abrir la tercera o cuarta puerta, porque allí la vas a encontrar, y la mirada que te dedique rondará tus pesadillas por el resto de tu vida, puesto que la habrás hecho enfurecer al irrumpir su privacidad (eso si consigues sobrevivir)…
Por otra parte, cuentan que, si no abres la puerta tres o cuatro pero sientes una presencia en el baño, muy probablemente se trata de Hanako-San. ¿Existe forma de averiguarlo? Por supuesto, provocándola, incitándola a manifestarse, para lo cual puedes tocar la puerta tres veces, llamarla por su nombre, o hacer la pregunta clave: “¿Hanako, estás allí?”… No es seguro que te responda, aunque si lo hace, la mayoría de versiones cuentan que  dirá con voz baja y calmada: “Sí, estoy aquí”. Una vez que sepas que está allí, realmente tendrías que tener agallas para abrir la puerta, pues estará aún más enfadada que en los casos de quienes abren la puerta sin haber preguntado. No obstante, si tienes un examen en el que hayas obtenido la máxima nota, puedes estar tranquilo pues se dice que Hanako-San se calma y desaparece (desvaneciéndose) cuando ve que eres un gran estudiante… Sin embargo, una versión afirma que ella, tengas o no el examen, desaparecerá metiéndose en el inodoro y accionando la válvula…
Ahora bien, hasta ahora solo se ha presentado la visión más extendida de la leyenda, ya que existen conocidas variaciones en las que Hanako-San se manifiesta de formas sencillamente aterradoras:
• En la prefectura de Yamagata, cuentan que Hanako-San no siempre responde con voz calmada: puede responder con voz ronca, como de poseída por el Diablo, y entonces, aunque no mueras, podría atacarte o asumir un aspecto tan monstruoso que necesites varias visitas al psicólogo… O bien, según otra creencia de Yamagata, es mejor que jamás abras la puerta pues Hanako no es una niña sino un demonio que emplea voz de niña para que los curiosos caigan y se queden helados al ver que en realidad se trata de un engendro con tres metros de altura y tres asquerosas y viscosas cabezas de lagarto.
• En cierta escuela de la ciudad de Kurosawa Jiri, cuentan que, si te metes al cuarto cubículo y dices tres veces “ichi banme hanako-san, nibanme hanako-san, sanbanme Hanako-san” (primera Hanako, segunda Hanako, tercera Hanako), una mano blanquecina aparecerá por encima de la puerta del baño, resplandeciendo espectralmente con su luz de ultratumba…
• En una escuela de la ciudad de Yokohama, los alumnos creen que, si vas al cuarto cubículo del baño de los chicos y le das vueltas al inodoro unas tres veces o más mientras insultas a Hanako-San, una mano ensangrentada ascenderá desde el hueco del inodoro e intentará atraparte.
• Diferente a las anteriores, en muchas escuelas de Japón existe la superstición de que, si te raspas la rodilla en el patio de la escuela, te podría salir el temido “Hongo Hanako”, el cual es como una mancha blanquecina que, según cuentan, de alguna u otra forma te transmite Hanako-San desde su costra, puesto que ésta está llena de ese tipo de hongo.
Probablemente te preguntarás cuál es el origen de Hanako-San, y desde cuándo empezó a hablarse de ella. La verdad es que ésta chica fantasma ha estado en boca de los japoneses desde la década de los ochenta, ya que en ese entonces emergió como leyenda propia de la cultura popular urbana. No obstante hay quienes dicen que ya en los años cincuenta se hablaba de Hanako-San, aunque mucho menos. En cuanto a su origen, se han planteado las siguientes versiones:
• Durante la Segunda Guerra Mundial, Hanako-San estaba jugando a las escondidas cuando ella y los demás alumnos fueron sorprendidos por una alarma de bombardeo, y entonces ella se escondió en el baño y allí murió cuando las bombas enemigas la volaron en pedazos…
• El padre de Hanako-San era un sujeto abusivo, violento, pervertido y medio loco, que cierto día enfurecido la persiguió para matarla, dándole muerte en un baño después de que ésta se escondiera allí.
• Hanako-San murió en un accidente. Unas versiones (en Fukushima) dicen que se cayó por la ventana de la biblioteca de la escuela; otras, más coherentes, que se cayó por la ventana del baño.
• Parecida a la del padre, una versión cuenta que la madre de Hanako tenía problemas mentales y estaba perdiendo progresivamente la cordura, hasta que un día perdió la razón e intentó matar a su hija, dándole muerte en el baño, lugar en el que Hanako se había escondido.
• La más siniestra de las versiones, cuenta que la escuela (muy probablemente un internado) de Hanako estaba en un área boscosa, y Hanako había salido a dar un paseo entre los árboles, cuando de pronto se percata de que un hombre (con un hacha en la mano) la estaba mirando en forma perversa y malintencionada, ante lo cual ella se asustó y echo a correr rumbo a la escuela (que al parecer estaba casi vacía en esos momentos), ocultándose en un salón, donde estuvo agazapada hasta que, ante la proximidad de las amenazantes pisadas, corrió rápidamente al baño, donde se ocultó en el cuarto cubículo, cerrando la puerta con picaporte. Sin embargo el hombre escuchó el ruido de la puerta y sabiendo donde se escondía dijo en voz alta: “”hanako-san asobimashou” (¡Vamos a jugar, Hanako!)… Y entonces comenzó a fingir que la buscaba, hasta que llegó al baño y a hachazos, destrozó la puerta del baño y el despedazó a  Hanako…
• Por último, algunos creen que Hanako se suicidó en el baño, cosa que sí es creíble puesto que Japón tiene uno de los mayores índices de suicidios, incluyendo casos de adolescentes y niños, los cuales algunas veces se han matado por la presión social en torno a la obtención de buenas notas, tales como las que hacen que Hanako se desvanezca… ¿será por coincidencia?…
hanako-san

La niña que toca la puerta...

Una chica (nombrémosla Verónica), se queda en las vacaciones de verano estudiando, porque reprobó unas materias en la universidad, rentando un pequeño departamento con una compañera que es muy desordenada, y que casi no está en la casa. Una de esas noches en las que Verónica se quedaba sola en la casa, escucha unos golpes secos en la entrada de su casa, ella, un poco extrañada por lo que oyó, salió a ver, cuando abrió la puerta, sólo apareció una pequeña niña de cabello rubio. En sus ojos destellaba la inocencia. La niña le pidió a Verónica que si le daba un poco de leche, ya que tenía sed, y Verónica, como buena persona, le ofreció pasar, la niña aceptó, y se sentó en una silla que había en la cocina. Verónica le sirvió la leche, y la dejó sola un momento, al regresar, no había rastro de que la niña estuviera.
Al año siguiente, en la misma noche, vuelven a tocar la puerta en la misma hora, Veronica abrió, y era la misma niña, al parecer no había crecido, su cabello estaba igual, estaba vestida igual, Veronica, le ofreció pasar de nuevo, le dio el vaso de leche de nuevo, la dejó sola un momento de nuevo, y al regresar, ésta había desaparecido de nuevo. Veronica, decidida a saber qué pasa, al día siguiente va a la estación de policía y da la descripción de la niña, le dijeron que no había nadie perdido con esa descripción. Fue a un orfanato, y dio la misma descripción, pero la madre le dijo que había una niña con la misma descripción en ese lugar, ésta se llamaba Ana, pero que ésta murió de causas desconocidas; Verónica, al oír esto se le puso la piel chinita, y se fue a su casa.
Al año siguiente vuelve a aparecer Ana. Veronica, temblando de miedo, hizo la misma rutina, le sirvió un vaso de leche, la dejó sola un momento, pero al regresar, Ana había dejado una nota, ésta decía:
"Gracias por ayudarme, ahora tendré que regresar al infierno con las almas de las 3 personas que no quisieron ayudarme"
Verónica se salvó por caritativa.

sábado, 13 de febrero de 2016

El usuario g00gle_240394

FUENTE: https://creepypastas.com/el-usuario-g00gle_240394.html
Tenía yo dieciséis años cuando comencé a trabajar. Mi primer trabajo fue en un cibercafé en el que trabajaba un amigo, y gracias a él entré a ese lugar. Luego de que estuvo enseñándome todo lo que debía saber por algunas semanas, dejó el trabajo y me quedé solo por casi dos meses. En el transcurso de ese tiempo recuerdo un día muy peculiar, cuando conocí a un usuario llamado «g00gle_240394». El nombre me extrañó un tanto, pues llevaba la palabra Google escrito con dos ceros sustituyendo las o, pero supuse que sólo era alguien que estaba aburrido, porque lo primero que me dijo fue, «¿Qué estás haciendo?».
Antes de contestarle miré a mi alrededor, pues el chat por el cual me comenzó a hablar era el que comunicaba los ordenadores en el cibercafé. Los clientes usaban ese chat casi nunca, sólo lo ocupaban algunos tímidos para enviar mensajes como «¿Puedo mandarte a imprimir?» o «¿Me permites usar tu baño?». Normalmente, el chat lo utilizábamos los que estuviéramos de encargados para notificar que íbamos a cerrar o alguna cosa por el estilo. El local estaba casi lleno, pero el mensaje fue enviado desde una máquina que el PC del administrador (es decir, yo) no reconocía. La ventana del chat se veía algo así:
Cyber Chat: Admin 02 PC: 00
g00gle_240394: ¿Qué estás haciendo?
Supuse que algún tipo listo había cambiado la configuración de su ordenador. Si ese mismo sujeto había logrado cambiar el nombre predeterminado del usuario, el cual en el chat debería ser algo como «Usuario PC 01», pues entonces también era capaz de cambiar la configuración predeterminada de su máquina. Para asegurarme, le contesté:
«Veo q cambiaste la configuración de tu maquina, pero quien es tan tonto como para enviar un mensaje al administrador después de hacer algo así? gracias a esto ya lo note, pon todo en orden por favor, gracias».
Tardó un par de segundos en contestar, pero al hacerlo sólo se disculpó y no volvió a escribir. No supe quién había sido, luego de que revisé todas las máquinas por medio de la mía no vi ningún mensaje enviado. Tal vez fue alguien robándose la señal, de todas formas sólo era el encargado del local, así que no podía hacer mucho. Cuando estuve con el dueño antes de cerrar, le comenté lo sucedido, y él me dijo que lo revisaría y me retiré. Al día siguiente me dijo que no había ningún interceptor en la señal, pues la única forma de conectarse era por medio del cable de Ethernet; me refrescó la memoria diciendo que habíamos desactivado la señal wi-fi porque varios negocios de la cuadra la utilizaban y eso ralentizaba la red. No respondí nada, pero me quedé con la duda.
Pasaron un par de días y ya me había olvidado de lo sucedido, pero ese usuario volvió un día por la tarde, haciendo la misma pregunta. Esta vez no le contesté y decidí mostrarle a mi patrón el mensaje para así poder saber de dónde provenía. Transcurrieron aproximadamente unos veinte minutos hasta que apareciera en el chat que el usuario g00gle_240394 estaba desconectado. En ese momento mi jefe entró al local y le dije que viera a la pantalla; lo que le mostré fue una ventana de chat sin PC seleccionada y en blanco, totalmente en blanco. Me preguntó la razón por la que le había mostrado eso, pero me limité a decir, «Vaya que soy descuidado, creo que lo cerré. Olvídelo, no era nada…».
Ese día me sentí como un tonto y pensé que lo mejor era que yo mismo descubriera a ese sujeto. Llegué a mi casa y descargué un programa para localizar ordenadores alrededor del mundo. Pasaron muchos días sin que apareciera, casi dos semanas. Yo ya había instalado el programa en la máquina del cibercafé.
Entonces llegó el día, g00gle_240394 volvió con su pregunta. Inmediatamente busqué el programa y me di cuenta de que no estaba en donde lo había dejado, sin acceso directo o archivos en disco; mas no me detuve ahí —pensé que mi jefe pudo haberlo borrado, él solía borrar los archivos sin dar previo aviso cada vez que descargaba algo y no lo justificaba—. Busqué de nuevo el programa, pero mientras estaba descargándolo el sujeto se desconectó… sólo que esta vez me dijo lo siguiente antes de retirarse:
«Si querías saber de dónde soy, ¿por qué no lo preguntaste?».
Al parecer sabía, de alguna manera, que lo quería localizar. El archivo se descargó y comencé a rastrear la procedencia del mensaje, pero casi al finalizar la búsqueda la ventana volvió a ponerse en blanco como la vez pasada y el programa marcó error. No me di por vencido y lo guardé en una USB, de esa forma no correría el riesgo de perder el programa de nuevo.
Él volvió a escribirme justo al día siguiente. Sabía cómo funcionaba el programa, así que decidí entretenerlo mientras terminaba de buscar. Hizo la misma pregunta:
«¿Qué estás haciendo?».
«Trabajo, q me dices tú???».
«Interesante, ¿acaso trabajas en un cibercafé?».
«Como lo sabes???».
«Tienes internet, estás conectado todo el día. Si estuvieras en una oficina o algo similar, no podrías tener acceso a la red tan constantemente. ¿Acaso crees que te estoy espiando?».
«Nada d eso, simple curiosidad, tu q me cuentas, aun no me respondes».
El programa estaba por terminar, cuando él dijo lo siguiente:
«Nada… Oye, lo siento. Me tengo que ir. Pero por si te aburres, o aún quieres saber en dónde estoy, revisa este enlace: http://archives/map/register_ssxa44a2gghdfg12/g00gle_240394».
El programa marcó error de nuevo, pero, al parecer, el sujeto era o torpe o quería jugar conmigo, tal vez confundirme. Entré al enlace por curiosidad, y porque supuse que mis intentos por localizarlo seguirían fallando. Mi sorpresa no fue mucha, pues el enlace conducía a una foto de la calle en donde se encontraba el cibercafé, sólo que ésta se veía distinta. Creí que él la pudo modificar o que era la misma calle antes de que yo la conociera. Cuando mi jefe llegó para cerrar, pensé en mostrarle la imagen, pero no pude ubicarla; busqué en el historial sin ningún éxito. Mi jefe no dijo nada, sólo me miró extrañado por mi comportamiento.
Al otro día, luego de que mi jefe se hubiera ido, g00gle_240394 comenzó a chatear conmigo. Esta vez intenté sacarle alguna respuesta.
«Hola amigo, ¿qué tal tu día?».
«Pues apenas empieza, en donde estamos, según tu foto de ayer, apenas son las…», antes de que terminara de escribir, él mandó un mensaje:
«9».
«¿?», le escribí.
«Son las 9, 9:03 a.m., para ser exactos».
«Bueno mi reloj dice q son las 9:00 a.m. pero son solo minutos d diferencia».
«¿Y qué tal si fuera más que eso?».
«A q t refieres???».
«¿Recuerdas la foto? Creo que no podrás seguir trabajando aquí por mucho».
«Quieres decir q vienes del futuro o algo así???».
«Es una forma de decirlo».
«Cual es tu nombre real???».
«Google».
«Aha y yo me llamo Wikipedia jajajajaja», le respondí cínicamente.
«No, tu nombre real es Guillermo, pero prefieres que la gente te llame Dracko».
En ese momento no me asusté, si el tipo era un gran informático (algo de lo que no me cabía la menor duda) pudo haber averiguado eso gracias a la infinidad de redes sociales y otros sitios a los que me he registrado. Entonces le dije:
«Veo q eres bueno para esto, debes ser un Hacker, si es así, por q sigues a alguien como yo y no a la CIA o el FBI, no sé, podrías cambiar las acciones d FaceBook a tu favor, por q me sigues a mi???».
«Sencillo, porque el dinero no me es útil; ¿para qué lo quiero si no lo necesito? En cambio, si logro encontrar a alguien que me ayude, como tú… eso podría servirme más que el dinero».
«Quieres decir q necesitas a alguien… Para???».
«Una página, una que pueda ser constantemente visitada. Tal vez varias páginas. Creo que me serviría alguien como tú para esto, tienes el tiempo libre suficiente para ayudarme, además de que busco a alguien en particular, y tú lo localizarás más rápido que yo».
«Paginas, solo eso, por q no hackeas una ya existente???».
«Porque ya son mías, cualquier página que te llegue a la mente; y no sólo eso, los dueños de esas páginas son personas como tú, a las que también contacté y las volví ricas y poderosas. Digamos que soy el dueño de esos seres».
«Acaso estas Trolleandome??? Q sigue, dirás q eres el diablo y estas consumiendo almas, por eso FB y YouTube son tan conocidos, por q los creadores vendieron sus almas y ahora tienen lo q querían».
«No lo mal interpretes, no tengo nada que ver con algo sobrenatural. Te lo dije antes, soy Google, ¿acaso eso no te suena familiar?».
«Demuestralo viejo…».
«Vaya, se nota q eres google ¬¬…».
«Sé tus contraseñas, las biografías de tus páginas, con todas las modificaciones que les has hecho. Sé todo lo que has llegado a registrar entrando a mí, tu historial, incluso el eliminado. Mira esto, incrédulo…http://archives/map/register_ssxa44a2gghdfg12/g00gle_240394».
Entré al enlace y éste llevaba a la misma imagen del día anterior, lo que no demostraba absolutamente nada; aún seguía creyendo que era un hacker troll sin nada más que hacer, pero mi curiosidad era grande, y no detuve la conversación:
«Bien “Google” y q es lo q hare por ti???».
«Sencillo, revisa esto: http://hiawfgfhjy518ss1ffg4d5f121fd8g7s».
Era un enlace que llevaba a una página vacía de fondo negro, nada especial. Entonces le pregunté:
«Q con esto???».
«Necesita algo relevante, ¿no lo crees? Tal vez una imagen, algo como esas ventanas emergentes. Puede ser un enlace troll como Ooskar o Goatse.cx, algo que haga que la audiencia trabaje por sí sola».
«Por q no subes tu imagen alterada, la d esta calle???».
«Buena idea, pero no puedo usar el registro de esa imagen hasta que suceda».
«Suceda???», pregunté algo impactado. «Q debe suceder???».
«Lo que ves en la foto, su registro será el día miércoles de la semana que viene. De hecho, a la imagen la subirán desde tu cibercafé; es una fotografía tomada con un Sony Ericsson W580. Ésta será tu evidencias, así sabrás que yo soy Google, mientras tanto, me retiro. Pasado este suceso te contactaré, exactamente a las 4:22 p.m., para acordar lo que se subirá a nuestro sitio».
Mi amigo navegador se desconectó y me dejó pensando. La curiosidad de saber qué pasaría era grande en mí, así que esperé a ese miércoles.

Habíamos cambiado la ubicación del cibercafé hace dos o tres días, apenas comenzábamos a trabajar de nuevo cuando llegó mi jefe a mostrarme algo; era la foto de la que había hablado con g00gle_240394. Mi jefe me contó que tuvimos mucha suerte, pues hace un par de horas, hubo un accidente en la calle en la que trabajamos anteriormente. Un tráiler de combustible se volcó y esto ocasionó una fuerte explosión. Mi jefe, emocionado, me pidió que me moviera de la máquina; vi lo que estaba haciendo, y él estaba subiendo la foto, para después publicarla en sus redes sociales contando lo sucedido y la suerte que tuvo al irse de ahí. Eran las 4:20 p.m. y mi jefe seguía en la máquina, y pensé que él al fin lograría ver a g00gle_240394. Esto me alegró, pero de un momento a otro recibió una llamada, desconectó su teléfono del ordenador, el cual era exactamente un Sony Ericsson W580, y atendió la llamada. Colgando me dijo que ya se iba. Faltaba sólo un minuto, por lo que le pedí que esperara, pero me contestó que no podía, que se tenía que ir urgentemente, y luego de que abandonó el establecimiento, el mensaje llegó. Le grité y le pedí que volviera, pero me dijo que fuera lo que fuera, tendría que esperar.
Miré el mensaje, era de g00gle_240394, y decía:
«Hola de nuevo. El gran día llegó».
A decir verdad, me pareció extraño que lograra localizarme, tal vez haber cargado la imagen fue lo que delató mi ubicación, pero eso era lo de menos. Él había acertado en cuanto a lo sucedido, la fotografía era exactamente como la recordaba. Al ver que tardaba en responder, mandó otro mensaje.
«¿Acaso no te alegras de conversar conmigo de nuevo?».
«No es eso», le dije. «Es solo que no me lo esperaba, bueno, tal vez en algun sentido lo esperaba, mas no estaba seguro de que volveríamos a estar en contacto…».
«Entonces, ¿estás listo?».
«Supongo, d q se trata?».
«¿Sabes lo que significa el término snuff?».
«Si, eso, lo paranormal y el gore son muy famosos en la red, claro despues d la porno…».
«Sí, eso pensé. Sé que has llegado a curiosear sobre todos esos términos, así que espero que estés listo para lo siguiente: http://hdakdfuyrkfisd2654gsaafd1f5dfsdfds5fds4fdf4ds5f4d5f4d5f».
Entré al enlace…, pero esta vez era algo más fuerte. Esta vez me sorprendió ver al que parecía ser mi jefe, muerto; pero no sólo había sido asesinado como en cualquier homicidio, ésa parecía la obra de un psicópata sanguinario. No pude mirar la imagen por mucho tiempo, la cerré casi de inmediato y le exigí que me diera una explicación.
«Es lo que quiero en nuestra página».
«No entiendo, debo fotografiar a un muerto y subir la imagen???».
«Algo así, pero no es tan sencillo…».
«No entiendo…».
«Tú eres quien debe asesinarlo».
«COMO?!?!?!».
«No hay más explicaciones, sé que lo harás».
«Y q si me niego???».
«No hay vuelta atrás, pues ya sabes de lo que se trata. Tu cuenta está hecha, y ahora debes hacerlo si no quieres que tu registro sea dado de baja, o que nuestra página tenga algo así, como… ¡TÚ en el lugar de ese cadáver!».
«Jajajajaja… esto es estúpido, no se porque te sigo el juego, vete al diablo!!! .l.».
Cerré la conversación y llamé a mi jefe. Le dije que teníamos problemas con la luz, que se había ido y no volvía, a lo que él respondió con que cerrará en veinte minutos si no regresaba. Entonces cerré y me fui de ahí, no esperé que el tiempo pasará, sólo esperé los veinte minutos una vez afuera para poder marcarle y decirle que iba a cerrar.
Estaba en mi casa y aún pensaba en la imagen y en esas tan extrañas conversaciones… Por la noche no pude dormir.

Al día siguiente llegué al trabajo algo tarde, estaba desvelado y aún seguía un poco asustado por lo sucedido. Hablé con mi jefe para informarle que no podía seguir trabajando ahí; me preguntó por qué, pero sólo le mentí diciendo que era por mis estudios. Aceptó, pero me pidió que me quedara un par de días más para darle la oportunidad de encontrar a alguien que me reemplazara. Sin más remedio, me quedé. Él estuvo conmigo todo el día, así que no supe nada de g00gle_240394 en el transcurso de éste.
Pasaron dos días más sin saber nada de g00gle_240394, pero aún seguía teniendo insomnio y terrores nocturnos. Sentía que me volvía paranoico, en especial cuando mi jefe salía o me dejaba solo.
Ese día llegó una chica que venía por el empleo, era una chica linda, simpática y amistosa; jamás olvidaré cómo era ella antes, ese día que la conocí. Se llamaba Victoria, pero le gustaba que le dijeran Vicky. El mismo día le enseñé lo que debía hacer, pero no podía dejar de actuar como un maldito loco, me desconcentraba con facilidad y no podía hablarle tranquilamente. Me sentía nervioso, sentía que algún mensaje llegaría. Eso me hizo recordar que cuando comencé a trabajar en el cibercafé, mi amigo, que estaba en el puesto antes que yo, actuaba de una manera semejante, quizá porque él también había sido acosado por Google. Éste le pidió que hiciera algo que no quería, y mi amigo abandonó el lugar.
Cuando terminó nuestra jornada laboral nos fuimos juntos, y esta chica, algo preocupada, me preguntó si me encontraba bien, a lo que sólo le comenté:
—¡Nunca, nunca…! ¡Escúchame con atención, jamás hables con alguien que no conozcas por chat, no lo hagas; Google te buscará y, una vez dentro, no habrá salida!
Luego de que dije eso, salí corriendo y me dirigí a mi casa. Estando ahí traté de localizar a mi amigo; comencé vía internet, pero no encontré sus antiguas cuentas en redes sociales, páginas de juegos ni correo electrónico, era un fantasma en la red. Mientras estaba buscándolo, pasó lo esperado. Un mensaje llegó, pero esta vez él sólo dijo algo y se desconectó. Lo que decía el mensaje era:
«Más vale que lo hagas, no corras el mismo destino que g00gle_010692:http://archive/g00gle_010692/fg1f5g4fgfd5g4sd8f4eq65f78ef4».
Mi curiosidad me llevó a una respuesta. El enlace me condujo a una clase de perfil de mi amigo. Anoté el número de su celular y apagué el equipo, pues no pensaba quedarme a esperar a que otro mensaje llegara. Marqué el número un par de veces, sin obtener respuesta. Justo cuando dejé de marcar y estaba a punto de irme a la cama, una llamada entró. Contesté y era mi amigo, el cual me preguntó sólo una cosa:
—Dracko, ¿eres tú?
—Sí, soy yo viejo.
No sé cómo supo que era yo, pero no dudé en preguntarle si nos podíamos ver. Aceptó y acordamos un punto.
Al día siguiente me encontré con mi amigo, el cual lucía tranquilo, transmitiéndome la idea de que no pudo pasarle nada de lo que a mí me estaba pasando. Él comenzó la charla.
—Cuánto tiempo, vaya, apenas y me acordaba de ti. ¿Cómo has estado?
—Bien, yo… —No quise hacer más rodeos y fui al grano—. Viejo, ¿qué sabes de un usuario llamado google guion bajo 24, 03, 94?
Su cara se puso pálida, y sólo me dijo:
—Me tengo que ir, fue un error venir a verte, tengo que trabajar…
—No, espera, necesito respuestas. Ese usuario me está acosando, amenazando y, por lo visto, lo conoces. Dime qué es lo que sabes, por favor.
Estaba a punto de retirarse, estaba de espaldas, y me contestó con lo siguiente:
—No sé por qué olvidé mencionar eso cuando tomaste mi empleo, pero ahora lo siento, en serio, por segunda vez… Por ti…
—¿A qué te refieres? —pregunté curioso.
—Lo siento, pero creo que para remediarlo puedo terminar lo que empecé ese día, antes de que ellos vuelvan…
Una mirada psicópata y una sonrisa demoníaca se dibujaron en su rostro. Entonces se lanzó hacia mí gritando que en serio lo sentía. No supe qué hacer, sólo intenté defenderme; pero cuando estaba sobre mí y yo estaba en el suelo, un extraño sujeto encapuchado se acercó a nosotros y golpeó fuertemente a mi amigo, quitándoselo de encima. Lo escuche decir:
—Tu tiempo se acabó, es hora de cerrar sesión.
Una vez que estuve libre intenté escapar, pero escuché un tremendo grito desgarrador y, al voltear, vi a mi amigo pidiéndome ayuda; el sujeto encapuchado lo había atravesado con un fierro, con el cual después lo golpeó frenéticamente. Sólo fui capaz de seguir huyendo, y cuando empecé a correr, un mensaje llegó a mi celular. Era Google nuevamente, me había enviado un mensaje, que decía:
«Vuelve y tómale una fotografía, sólo eso. Te he facilitado el trabajo, ¿no lo crees?».
No recuerdo bien qué fue lo siguiente que hice ese día, pero al día siguiente cuando logré reaccionar, estaba en la ducha. Salí y un mensaje estaba en mi celular, éste tenía un número que, según decía, era una cuenta bancaria en donde podría cobrar lo ganado por la fotografía. Decidí ignorarlo y apagué el celular… sólo quería olvidarlo todo.

Pasó un año, pensé que ya había acabado para mí, pero sólo lo había ignorado por un largo tiempo. Había dejado de utilizar teléfono celular con cualquier servicio de internet, borré mis cuentas de cualquier servicio en línea y me alejé de la web en cualquier aspecto desde ese día. No había olvidado por completo lo sucedido, pero al menos intentaba no recordarlo. Un día, sin embargo, en mi nuevo trabajo en un supermercado —uno de esos que abren las veinticuatro horas del día—, vi a Vicky. Eran alrededor de las dos de la madrugada. Sabía que era ella, jamás olvidaría a nadie involucrado en ese maldito evento. Vicky se veía más demacrada y muy alterada, no era la chica que yo recordaba. Entró al lugar y me miró fijamente, para luego decir:
—Al fin te encuentro…
Su cara estaba pálida, tenía unas ojeras tremendas y simplemente se veía devastada; su voz sonaba entrecortada y débil. Preocupado, le pregunté:
—¿Qué sucede…, por qué me buscabas?
No entendí bien lo siguiente que dijo, pues se desplomó en el piso, desmayada. Lo que creí entender fue… «Google»…
La llevé a mi auto y la recosté ahí, y pedí permiso para irme. Llegué a casa, recosté a Vicky en mi cama y yo me quedé en el sofá. No podía conciliar el sueño, todas esas memorias llegaban a mi mente una y otra vez, nuevamente, sin dejarme en paz. Decidí leer algo para ignorarlo, desde que me había alejado del internet solía leer regularmente novelas de misterio y cosas de detectives; me gustaba distraerme con eso, pues con los libros me sentía seguro. Apenas comenzaba a leer cuando escuché a Vicky gritar. Corrí a mi habitación y miré a todos lados; ella estaba sola, pero me dijo con voz débil que necesitaba mi ayuda. Aún tenía dudas sobre por qué me estaba buscando, así que le pregunté:
—¿Por qué dices que me buscabas?
—Ellos vendrán por mí. Me dio curiosidad saber quién era ese sujeto que me hablaba por el chat… debí haberte hecho caso. Él me dijo que ahora no habría salida.
—¿Salida de qué?
—Ahora… debo asesinarte, o ellos me mataran a mí.
—Dime que tú no…
Me sorprendió lo que escuché, pero decidí ayudarla, pues supuse que ella también se había involucrado con Google. Le pregunté más, pero sólo me mostró una foto con su celular y se quedó dormida, estaba débil y necesitaba descansar. Miré la foto y me sorprendió, era una de un homicidio similar al de la foto que yo recibí. Era yo, sólo que me veía muerto en un sentido más… tranquilo, ya que sólo se podía apreciar una porción de mi cuerpo con un agujero de bala en la frente, algo más práctico que la última vez. El nombre del archivo era «http://user_g00gle_240394_29_april_2012/fghfd1g4g56df2d1f2a4ff4af1d2/log_out».
Miré la URL un rato y me percaté de algo que no había notado en otros enlaces enviados por este asesino: estaba escrita lo que parecía ser una fecha. No podía dormir, no dejaba de mirar a Vicky, en lo único que pensaba era en que sería asesinado. Me senté en el piso, y después de un rato de lectura e incómodos pensamientos, logré dormir.
Un olor nauseabundo me despertó. Estaba recostado en mi cama, y ésta se encontraba bañada en sangre. Me volteé y vi a lo que parecía ser Vicky acribillada. Sus órganos estaban esparcidos por toda la habitación, al igual que su sangre. Cuando logré salir del shock me levanté rápidamente de la cama y noté que su celular estaba en mis manos. Tenía puesta una dirección que me recordó mucho a lo que Google llamaba «nuestra página», sólo que la URL se parecía a la del día anterior, con un pequeño cambio: «http://user_g00gle_240394/change/g00gle120393_03_april_2012/fghfd1g4g56df2d1f2a4ff4af1d2/log_out».
Había otro «google» con números escrito ahí. Decidí ver la página y ésta solamente contenía un video sin título. Lo reproduje, la calidad era de no más de tres pixeles. Supuse que g00gle_240394 lo había editado para que se viera más tenebroso, pues al comenzar se veía a la silueta de alguien con un cuchillo acercándose a la cámara y comenzando a rondar el cuarto. No logré ver mucho hasta que encendió una pequeña luz, tal vez una lámpara; en cuanto esto sucedió descubrí que era mi cuarto.
Enfocó la cama en la cual se encontraba Vicky, pero no estaba dormida, ella estaba despierta, atada a la cama y amordazada. La silueta se acercó y, en un acto al estilo Guinea Pig: Flowers of Flesh and Blood, enfocó una pequeña mesa que tenía en mi cuarto, sobre la cual había un mantel, una charola y varios utensilios de uso cotidiano, asemejándose grandemente a esas mesas que los cirujanos utilizan para colocar sus herramientas. Sabía exactamente lo que sucedería, pues el cadáver de Vicky ahora se encontraba en mi cuarto.
El video continuaba, el sujeto que grababa hacía que pareciera que el espectador era quien estaba haciendo todo, como una clase de video en primera persona. Tomó un desarmador con una mano, se acercó lentamente a Vicky, acarició su pierna y con un violento movimiento lo clavó en su pierna; grabó su rostro, podía apreciarse el dolor en ella y apenas se escuchaban sus gritos y gemidos. Volvió a la toma del desarmador y comenzó a retorcerlo dentro de su pierna, y luego lo sacó y volvió a la mesa, de la cual tomó un cuchillo de cocina común y corriente. Se acercó nuevamente a Vicky y esta vez no la lastimó, sólo utilizó el cuchillo para desgarrar su ropa.
La siguiente escena fue algo tan sumamente enfermo, que la única forma en la que podría describirla, es diciendo que esta escena parecía sacada de la película A Serbian Film. El sujeto puso la cámara en un lugar donde pudiera grabarse lo que hacía claramente. Durante unos veinte minutos, aproximadamente, violó a Vicky, pero eso no fue nada. Después de ese tiempo, el sujeto comenzó a acuchillarla en sus extremidades de modo que sólo la hería sin matarla, y de un momento a otro, se detuvo; Vicky lloraba, y se vio al sujeto levantarse tranquilamente y salir de escena, para después entrar con una licuadora. La conectó y la encendió, entonces introdujo la mano de Vicky y la destrozó por completo, pudiéndose ver cómo la sangre y trozos de carne desechos volaban por la habitación.
La agónica escena se cortó y se vio un ángulo distinto, como si alguien más grabara. Se veía el brazo de Vicky, el que no fue dañado por la licuadora, y una segueta comenzó a hacer un corte brusco en él; Vicky intentaba zafarse, pero ese forcejeo inútil sólo causaba que el sujeto hiciera varios cortes adicionales en su brazo. Cuando estaba a punto de cercenarlo, ella lo arrancó de un jalón y se escuchó un grito tremendo; a pesar de que estaba amordazada, los gemidos eran fuertes y me hacían sentir el dolor que ella sintió.
El video comenzó a fallar, y luego de unos segundos la toma se recuperó, sólo que esta vez Vicky ya estaba muerta y totalmente desecha, era sólo un tronco sin forma alguna en su rostro y desgarrada de cualquier otra parte. La toma se veía borrosa y se adelantaba sin razón alguna, para después regresar a donde nos habíamos quedado. En esta toma Vicky ya no estaba amordazada, y lo poco que le quedaba de brazo estaba desatado. Parecía que ella se quitó la mordaza como pudo, pues su cara estaba llena de sangre. Con voz débil pedía clemencia, que la dejara ir, sólo lloraba y rogaba por ser liberada. En esta toma la calidad había subido impresionantemente, como si una cámara profesional hubiese grabado sus últimas palabras. La toma hizo un corte rápido, y la siguiente escena volvió a ser de una calidad baja y aspecto turbio. A pesar de que no quería continuar viendo, el morbo no me dejaba reaccionar.
Para empezar, la escena tenía un ángulo poco apreciable, y se oían gritos, como si la tortura se hubiera vuelto sumamente sádica. Se podían ver ligeras salpicaduras de sangre y se escuchaba algo así como un motor o una máquina escandalosa, y sonaban herramientas cayendo al suelo, un caos total. Lo único que se podía ver con la pobre iluminación era un par de siluetas peleando, pero cuando la imagen se volvió clara, la cámara cayó al suelo y sólo se veía la toma de unos pies. En esa toma vi caer lo que parecía ser una pierna cortada, un par de entrañas y mucha sangre. Entonces un pie del atacante pisó la cámara y ésta se quedó filmando estática por aproximadamente unos diez segundos.
El video se cortó y se puedo ver al sujeto que hizo todo vistiendo una capucha. Lo primero que pensé fue que ese extraño sujeto era Google, pero no pude verlo bien, la capucha lo cubría y apenas había un poco de luz en la toma. Esta escena entrecortada del asesino duró poco más de unos segundos. El video terminaba ahí, se cortó bruscamente y la página se cerró de manera automática. Una sensación escalofriante recorrió todo mi cuerpo. Miré a Vicky y sólo comencé a llorar. Entonces recibí un mensaje en su celular, que decía:
«Hola de nuevo».
Era Google. Decidí contestarle, diciéndole:
«¿Cómo pudiste hacer esto? Pensé que me habías dejado en paz, ¿por qué le hiciste esto a Vicky? ¡Ella no debía estar involucrada!».
«Lo sé, pero ella se involucró y le tocó perder. Deberías dar gracias de que aún seguimos activos; es decir, ella simplemente cerró sesión en su vida mortal, pero estará conmigo para siempre, su video la ha inmortalizado».
«¡¡¡MALDITO ENFERMO!!!».
Dije eso y apagué el celular. Salí de la habitación y decidí irme de ahí. Tenía que investigar lo que estaba pasando, quién era Google en realidad y por qué aún me involucraba en esto después de tanto tiempo. Los libros que había leído todo ese tiempo me dieron ideas de cómo investigar sin involucrar a la policía, pues si lo hacía ellos pensarían que fui yo quien mató a Vicky y quien cometió el asesinato de mi amigo.
Hice una pequeña maleta con algo de ropa y sólo llevé mi laptop, a pesar de que había pasado tanto tiempo desconectado, pues tenía otras intenciones aparte de sólo investigar. Por último, tomé las llaves de mi auto, y me fui.
Conduciendo llegué a las afueras de la ciudad. Había un hotel, esos que están a la mitad de las carreteras, que sólo tienen cuartos básicos y no cobran mucho; era un lugar perfecto para ocultarme mientras averiguaba quién era este asesino. Renté una habitación por un tiempo y comencé mi investigación. Google empezaba a hastiarme, hablaba de nuestra página y del dinero que estábamos ganando. No contesté nunca, pero él insistía y hacía distintas preguntas, como si ya no me importaba esto o si le ayudaría con lo siguiente. Pude ignorarlo por casi una semana, pero mi estado mental me estaba llevando demasiado lejos, ya debía dinero al hotel, y mi trabajo, aunque no lo quisiera, seguramente lo había perdido. Fue entonces cuando tomé medidas drásticas: esperé a que Google se conectara y le pedí mi cuenta bancaria. Él accedió de inmediato, y la apunté y fui a un banco. Una vez ahí traté de retirar dinero de la supuesta cuenta, pero no había registro de ella. Siempre pensé que era una mentira, y por esa razón no me molesté, pero al volver a casa, Google me había escrito. El mensaje decía:
«¿Eres estúpido? Si querías retirar el dinero me lo hubieras dicho, yo mismo lo haré por ti. No vuelvas a involucrar a nadie más en esto, podrían saber de mí. Y aparte, ¿cómo un niño de diecisiete años va a retirar dinero así como así?».
Leí eso y escuché la puerta. Al abrir, era un sujeto con un paquete. Me lo entregó y me pidió mi nombre para registrarlo como recibido, pero le dije que no esperaba paquetes. Luego me preguntó todos mis datos, los cuales estaba leyendo desde una hoja que describía la entrega. Todos los datos eran reales, pues hasta la ubicación actual —el hotel— la tenía indicada en esa hoja. Decidí tomar el paquete y me pidió escribir mi nombre de nuevo. Cuando comencé, me dijo:
—No señor, su nombre de usuario, por favor.
—¿Usuario? —le pregunté extrañado.
—Como ejemplo, mire el mío.
Miré lo que llevaba bordado en su playera. Me dejó en shock, porque lo que decía era «g00gle_301193».
Me hizo reaccionar y me pidió nuevamente mi nombre de usuario. Le dije que no sabía de lo que hablaba.
—Ambos sabemos que eso es mentira, usted cuenta con un nombre de usuario otorgado por alguien que también ya debe conocer. ¿Acaso acaba de iniciar sesión?
Sólo escribí lo primero que me llegó a la mente, «g00gle_240394». El sujeto me dio las gracias y se retiró.
Estaba mirando el paquete, no quería abrirlo, esperaba encontrarme con la cabeza humana de algún familiar o tal vez un video de otro homicidio. Decidí ponerlo en la mesa y no lo abrí en todo el día.
No dejaba de pensar en lo que ese tipo había dicho, «nombre de usuario»… En ese momento volvieron a tocar la puerta. Antes de abrir me asomé por la mirilla; era el dueño del hotel. Lo hice pasar y me dijo que tenía que pagarle la renta o si no me echaría de ahí. Conversé con él y lo convencí de no echarme, le dije que tendría el dinero pronto, que no podía dejar que me echara. Justo cuando cerré la puerta y encendí la máquina, vi un mensaje de Google:
«Abre el paquete, es tu parte. Espero que sea suficiente».
Abrí con miedo el paquete, pero sólo era una cámara. La reconocí de inmediato, era la cámara que había comprado tiempo atrás; estaba sucia y llena de algo que parecía ser sangre. No me preocupé por eso y vacié la caja, encontrando también una pistola y un sobre con una tarjeta de débito. Realmente necesitaba el dinero, así que la tomé y salí a un cajero.
Eran las once de la noche, llegué a un cajero y, al mirar la cantidad que la cuenta de la tarjeta tenía, casi no lo creí: tenía más de medio millón de pesos. Sólo retiré lo necesario para pagar el hotel y regresé, le pagué al dueño y me fui a mi cuarto. La laptop seguía encendida, y como si supiera que había regresado, Google me escribió nuevamente.
«Veo que estás más relajado ahora».
«Supongo, pero aún debo saber… ¿quién diablos eres tú?».
«Buena pregunta, pero ¿por qué no te evitas la fatiga y vuelves a la escena del crimen? Ahí puedes obtener respuestas, ¿no lo crees?».
Tenía razón, salí tan rápido de ahí que jamás me di el tiempo de observar con atención. No escribí nada más y fui en dirección a mi antiguo departamento. El olor se había vuelto penetrante, sólo abrí la puerta y mi estómago se revolvió a tal grado que me ocasionó el vómito. Soporté el hedor y comencé a explorar el sitio; aún estaba el cuerpo de Vicky, su celular… todo como lo recordaba. Pero después recordé la cámara, la que venía en el paquete. ¿Cómo pudieron entregármela si ésta debería seguir por aquí arrumbada? Encendí mi laptop y Google estaba listo para chatear:
«¿Qué dices, tus inútiles libros no te enseñaron nada?».
«No es eso, sé que tú eres quien hizo esto, vi a un encapuchado cuando murió mi amigo, ese mismo sujeto aparece en el video. ¿Por qué no das la cara? Sé que eres tú…».
«Y entonces… ¿por qué usas la misma capucha?».
«¿Qué dices?», pregunté asombrado. «¿Qué maldita capucha?».
«Entre tus cosas, ahí la encontrarás. ¡Busca bien, Sherlock!».
No dijo nada más y se desconectó. Volví a mi habitación y busqué desesperadamente; grande fue mi sorpresa al encontrar entre mi ropa la capucha de la que Google hablaba. No podía creerlo, no podía ser cierto. ¿Entonces por qué veía a otros sujetos? No busqué respuestas en ese momento, sólo salí y deposité un mes de renta en mi antiguo departamento para evitar que alguien sospechara e intentara entrar. Volví al hotel, en ese momento el dueño me detuvo, y me cuestionó:
—¿De dónde sacaste el dinero, hijo? No tenías nada, y en un par de horas saliste y conseguiste el efectivo. Dime la verdad, ¿a qué te dedicas?
No contesté, ni siquiera lo miré, simplemente caminaba hacia mi cuarto. Una vez en la puerta, busqué mis llaves para abrir, pero él seguía haciendo preguntas:
—Vamos, dime, ¿acaso eres ladrón? Si no me contestas me veré obligado a llamar a la policía.
Eso me asustó, así que sólo abrí la puerta y la cerré con llave. El dueño seguía tocando y gritando, y luego se fue diciendo que iría por la policía. Lo único que pensé fue en contactar a Google, pero no sabía cómo localizarlo y estaba desconectado. Me desesperé, no sabía qué hacer, ahora estaba solo. Tal vez comencé a volverme loco y aluciné todo, en el mejor de los casos, nada de esto había pasado.
Miré a mi alrededor y el cuarto en el que estaba, la ropa que traía, y… me recordó la imagen de mi muerte. Hasta tenía con qué dar el disparo. El arma a la que no le había tomado importancia estaba en el paquete, pero cuando la tuve entre mis manos, llegó un mensaje, una URL. La abrí, esperando en ella una salida. Era nuestra famosa página, en ésta había una imagen de un hombre con un par de tiros en el cuerpo y unos cuantos golpes. Al ver bien la foto, vi que ese cuarto me era familiar, era el cuarto en el cual residía el dueño, su cabina. Podía ver el mostrador y al dueño ahorcado con su teléfono… Tomé la cámara del paquete y preparé el arma, bajé las escaleras y, cuando llegué, actué de manera inconsciente. Lo poco que puedo recordar es al dueño con el teléfono en la mano preguntándome qué hacía, que llamaría a la policía.
Al día siguiente amanecí en la carretera, recostado en el asiento trasero de mi auto y en medio de un camino distinto. Estaba tapado con la capucha negra, fue entonces cuando comencé a aceptar que, en realidad, era yo el asesino. Pero no podía creerlo aún, después de todo, pude ver a más encapuchados, no era el único. El sujeto que me entregó el paquete, mi amigo y Vicky, ellos también se habían involucrado.
Mi laptop estaba encendida y la cámara conectada, un video acababa de ser subido a nuestra página, junto con la imagen que había visto el día anterior. Reproduje el video para refrescar mi memoria.
Comenzaba conmigo grabando lo último que recordaba, el dueño del lugar junto a su teléfono, amenazando con llamar a la policía. Me le acercaba lentamente, grabando con la cámara frente a mí. Luego coloqué la cámara en el mostrador y ésta enfocaba sólo una parte de nuestro abdomen. Se escucharon amenazas y gritos por parte del dueño del hotel, después hubo un forcejeo por la bocina del teléfono seguido de un golpe hecho con la misma. Al alejarnos un poco de la cámara pude ver una toma más amplia, al menos se nos veía del torso para arriba. El dueño estaba sangrando de la cabeza, tenía una pequeña herida, se le escuchaba amenazar y en su cara se apreciaba el terror. Comenzó a retroceder poco a poco, y al intentar escapar tiró la cámara, permitiéndome ver ahora desde un ángulo que mostraba de los pies hacia arriba. Me podía ver ahorcando al dueño con el cable del teléfono, para luego soltarlo tras unos segundos y dejarlo caer al suelo, justo encima de la cámara. Estaba sobre sus manos y rodillas, se pudo ver cómo tomó la cámara e intentó huir con ella, y mientras se veían varias tomas de él corriendo, se oyó un disparo. Cayó y la cámara grababa al dueño viéndome caminar poco a poco hacia él.
La toma se cortó, para ser retomada con el dueño sentado en el piso de su cabina. La cámara volvió a ser posicionada en el mostrador; esta vez, el hombre estaba sudando y sangraba, el cable del teléfono estaba alrededor de su cuello, y lloraba, pidiendo débilmente que lo dejara ir, que no lo matara; pero el cable alrededor de su cuello se apretó y él comenzó a forcejear para liberarse. Se podía ver cómo moría lentamente, y, justo cuando parecía que ya no tenía fuerzas para seguir luchando, varios disparos terminaron con su dolor. La cámara se movió, grabó mis pies y luego el video terminó.
Google me escribió en ese instante.
«Bien hecho, al fin aceptaste tu objetivo. Sólo por eso, mira:http://user_g00gle_240394_29_october_2013/fghfd1g4g56df2d1f2a4ff4af1d2/log_out».
La dirección me llevaba a una imagen en la que aparecía yo nuevamente, pero esta vez en un sitio distinto, parecido a una calle, tal vez una avenida. Me mostraba como si hubiese sido atropellado. Entonces le pregunté:
«¿Qué significa esto?».
«Eso no es nada más ni nada menos que la fecha de caducidad de tu cuenta».
«¿A qué te refieres?».
No respondió, así que lo presioné: «Te hice una pregunta, ¡RESPONDE!».
«Bien, g00gle_240394 es tu cuenta. Como puedes notar, si no es que ya lo has hecho, los números son tu fecha de nacimiento, mientras que «Google» soy yo. Los ceros significan mi posición, no tengo fecha de nacimiento, por eso llevo sólo un par de ceros. La URL que te envié y la que viste en el celular de Vicky no eran más que la fecha de caducidad de tu cuenta, lo que significa que cuando esa fecha llegue, te pasará lo que a g00gle_010692 y g00gle120393: sus cuentas caducaron, pero iniciaron sesión conmigo. Gracias a ti, ellos ahora son, en cierto sentido, inmortales. ¿No es eso lo que muchos como ustedes, los mortales, desean?».
«Entonces qué tenía que ver el sujeto que maté anoche, ¿él también tenía relación con todo esto?».
«Digamos que no fue su día de suerte, porque cuando un usuario, como tú anoche, está a punto de cerrar sesión, tiene la oportunidad de renovar su cuenta por un tiempo determinado. Ese tiempo es lo que le quede de vida a alguien más…».
«¿Qué, quieres decir que tomo su vida como en Destino final?».
«No, porque no puedes matar a lo imbécil o a quien tú quieras; debes matar a quien yo diga. Vicky debía matarte a ti, pero como su noble corazón no accedió, ella cedió en tus manos, pensando que la ayudarías. Quién lo diría, ella confió en ti y tú la acribillaste. Usuarios como tú hay pocos, por eso me agradas».
«Entonces ¿por qué mi amigo intentó matarme y terminó muriendo?».
«Porque es supervivencia del más apto. El día que te conoció debió matarte para renovar su cuenta, eras su renovación; pero tuviste suerte, se hizo el listo al querer alejarme en cualquier aspecto. Por eso mismo después te contacté, para que lo localizaras y cerraras su sesión de una vez por todas».
«Quieres decir que al igual que Vicky…».
«Era blando, pero tú eres un chico duro, por eso dije que me agradas».
No podía creer lo que ese sujeto me estaba diciendo. Aún tenía dudas, no todo estaba claro, así que le pregunté sobre el futuro, por qué él lo sabía:
«Qué hay de tus predicciones, ¿cómo sabes lo que pasará, cómo pasará y demás detalles?».
«Sencillo, porque en realidad no existo, soy sólo una proyección de tus memorias, recuerdos y futuras imágenes, algo así como un déjà vu. Si no me crees, recuerda lo que hiciste ese día antes de cambiar de establecimiento en tu trabajo: en realidad tú ocasionaste ese accidente, y de alguna manera, en tu mente, ya estaba planeado que todo esto pasaría. Mira este enlace, un detective incluso nos lleva seguimiento, pero el muy imbécil aún no sabe cómo trabajamos y cree que yo realmente existo. Eso querías escuchar, ¿no?.
Al entrar vi que era la página de la policía. Ese archivo hablaba de todos los homicidios que yo había cometido; al parecer fueron recuperados los videos, fotos y demás evidencias, pero aún eran casos sin resolver. Venían las URL de las que Google me habló tanto, y entre ellas nuestra página y distintas páginas con ventanas emergentes, las cuales son usadas por trolls en la red. Al intentar acceder eran enlaces rotos, pero eran las URL que Google me había enviado, de nombres largos, con números y letras sin sentido. Entre éstas se encontraba la del video de Vicky; no entré porque no se podía, pero sabía que era el video, pues había un nombre de usuario en la dirección.
Me sorprendió todo eso y darme cuenta de que, en realidad, Google nunca habló conmigo ni me obligó a nada. Yo me había vuelto loco, o eso quería hacerme pensar; pero seguía sin entender por qué había visto a un tipo encapuchado aparte de mí, y por qué Vicky y mi amigo hablaban de un «Ellos». Tal vez se referían a esos tipos encapuchados. No recuerdo haber hecho algo para ocasionar ese accidente en mi antiguo empleo, además, las conversaciones borradas y esas trampas… las hizo desde el inicio.
Pero pensar en esto no me sirvió, no obtuve respuesta alguna. Decidí entregarme, así podría conseguir respuestas, pero antes busqué al detective de la página con la esperanza de que él supiera algo de Google.
Mis cuartadas para evidenciar que yo no era el asesino y demás pruebas me salvaron de ir a prisión. Tuve, en algún sentido, la suerte de terminar en un manicomio.
Al menos sólo estuve ahí por poco tiempo, nadie me explicó bien por qué me dejaron salir en enero del año siguiente, siendo que mis crímenes debieron llevarme a una vida encerrado en ese lugar o una cárcel, aun siendo menor. Al fin sentía que estaba a salvo, pude olvidar, o al menos ignorar todo. El detective creía en mí y me apoyó en todo ese tiempo; recuerdo que en nuestra última charla estaba muy enojado y algo neurótico, quería al asesino y yo era el único sospechoso capturado. Entonces, bajo toda esa presión, recordé algo.
—Mi laptop…
—¿Cómo?
—Las evidencias, todo está en mi auto. No sé de dónde apareció la cámara, al igual que mi laptop debía estar arrumbada, pero ahora que lo recuerdo, jamás la vi. No estaba en la caja, no, la tenía mi hermana…
—¿Evidencia?
—Lo escribí, tengo la entrada, él no lo sabe. Está en mi laptop; jamás le conté sobre esto a nadie, pero me prometí que quien pudiera ayudarme, podría saberlo.
—¿De qué hablas, hijo? —Su actitud cambió radicalmente, y me propuso un trato—. Espera, ¿quieres decir que cooperarás para cerrar este caso? Ayúdame y yo te ayudaré a ti, puedo sacarte, pero debes probármelo todo.
Recuerdo que escribí un pequeño diario, algo así como una bitácora en mi estancia en el hotel, pero todo quedó guardado en mi laptop y una página que creé con todo ese tiempo libre. De alguna manera sabía que Google no accedería a ésta, pues hice todo lo posible para ocultársela. Escribí todo esto en caso de que alguien creyera en mí y me pudiera ayudar. La única persona aparte de mí que sabía de esto ahora era el detective, pues, para empezar, no tenía mucho contacto con mi familia desde el día en que me emancipé. A decir verdad… no tenía mucho contacto con muchas personas. Salí de ese lugar, pero no supe bien por qué.
El día de hoy estaba en mi trabajo, de nuevo en un cibercafé. Entonces un sujeto, que se presentó como el abogado que logró sacarme del manicomio, entró al lugar y me dijo que jamás tocara el tema con el detective de nuevo, si no quería que lo suspendieran de por vida. Me entregó una tarjeta y se fue. Salí con la tarjeta en la mano y la miré, era una tarjeta en blanco, y del otro lado sólo decía «g00gle_220175». No me lo podía creer, pero en ese preciso momento entré y vi un mensaje en la computadora.
«Me eres muy útil, no podía dejar que te pudrieras en un manicomio o cualquier calabozo… ¿Estás listo para lo que viene?».
Quería ignorarlo, pero aún dudaba: en este nuevo trabajo, la máquina del administrador, es decir, en la que yo estaba, era reconocida como la famosa «PC 0», la máquina desde la cual Google comenzó a hablar conmigo por primera vez. Por lo tanto, si era yo mismo, estaba loco desde un principio y por eso el día que le pregunté en dónde estaba, me dijo que estaba justo en donde yo estaba. Sin embargo, el detective me mostró pruebas de su existencia.
Lo único que hice fue chatear de nuevo con él. Estaba muy confundido, y respondí:
«¿Quién eres en realidad? ¿Por qué me confundes de esta manera? Si eres yo, ¿por qué eres tan inhumano? Yo jamás podría estar tan enfermo. ¿En dónde estás en realidad? ¡DIME LA VERDAD!».
«Muchas preguntas como para llevar tanto tiempo de conocernos, ¿no lo crees? ¿No crees que eso ya lo deberías de saber?».
«¡Sólo respóndeme!».
«¿Qué quieres oír?».
«Para empezar, ¿por qué me sacaste del manicomio? Si es que en realidad fuiste tú quien lo hizo».
«Ese detective es una molestia, si te dejaba ahí, lo hubiera echado a perder todo».
«¿Entonces sí eres real? Porque si tú fueras yo, como me hiciste creer… yo jamás hubiera podido salir solo de ahí».
«Digamos que fueron contactos que tenía guardados, pero al igual que tú, ahora tienen su cuenta y deben estar activos constantemente, a menos que quieran ser dados de baja… de por vida».
«¿Entonces sí hay muchos más?».
«Claro. Como te mencioné el día en que empezamos a conocernos, muchos son ricos y poderosos sólo por hacerme caso. Con sus sacrificios, por supuesto, pues nada es gratis en esta vida. Unos más sólo fueron registrados para hacerme un par de favores, algunos otros siguen sirviéndome. Los mejores y más afortunados cerraron sesión, para después iniciarla en nuestra página, y así ser inmortalizados».
«Eres real, no estaba loco, ¿eres ese encapuchado?».
«Me has tenido frente a ti más de una sola vez. Así como tengo muchas páginas, también tengo millones de usuarios. No eres único, pero sí de los más útiles».
«¿Y por qué me hiciste pensar que eras yo?».
«Sólo te diré una cosa: Mi humanidad empieza donde termina la tuya».
Se desconectó, y salí a fumarme un cigarrillo para calmar mis nervios. Noté que la calle en la que estaba era exactamente la misma de la foto de mi muerte, y al otro lado de la calle había un sujeto encapuchado. Con algo que parecía un celular entre sus manos. Me sonrió de manera grotesca y se fue. Esta vez no sentí miedo, ni decidí hacer nada, pues nadie a mi alrededor lo hacía. Al parecer, nadie notaba su presencia, que poco a poco desaparecía. No hice nada, después de todo, ahora no era más que una marioneta. Con menos dudas en mi cabeza me sentía más tranquilo, tal vez sólo era momento de esperar para ver qué pasaba. No sé si todo esto ha sido real o producto de mi imaginación, lo que sí sé es que, por lo que he pasado, lo más probable es que si no hago lo que se me ordena, el que tendrá que cerrar sesión… seré yo. Pero yo… debo seguir conectado.
Todo esto fue sacado de un reporte del detective que ha seguido el caso de manera no oficial por más de siete años. En el reporte también están archivados los distintos casos de otros usuarios y varias anotaciones del detective, como de los homicidios sin resolver y la existencia de usuarios desde que Google comenzó a volverse un buscador famoso hasta la fecha. Por ahora no es un caso olvidado, el detective encontró este archivo en un sitio llamado «nuestra_pagina.com». En éste se encuentran varios escritos parecidos, acompañados de videos al final en los que se muestra cómo cada uno de los usuarios ha «cerrado sesión» de manera explícita. Todos los usuarios cuentan con el nombre «g00gle» acompañado de su fecha de nacimiento, y en los videos se agrega la fecha de su muerte. La página también contiene imágenes y videos de distintos homicidios que son casos sin resolver.
El detective encontró la página con dificultad, pues las URL de cada video, imagen o escrito cambian una vez que han sido vistos. Las ventanas se cierran automáticamente, y aunque se copie la URL, al intentar reingresar a ella el buscador no encontrará nada. El escrito anterior fue copiado y pegado por el detective como evidencia, y éste afirma, por las fechas desplegadas en el sitio, que el autor de dicho escrito es el único usuario que sigue con vida. Ya que el detective pudo tener contacto con el usuario g00gle_240394 cuando éste estuvo internado en el manicomio, todavía no se da por vencido. Tras su desaparición sólo tuvo contacto con él por sus entradas en línea. Por ahora se le busca como el único y principal sospechoso, de nuevo.
La página es difícil de encontrar, pues sólo puede encontrarse con Google, escribiendo «nuestra_pagina.com». Pero para encontrarla no basta con dar clic en alguna de las primeras opciones que el navegador nos da, ya que éste sabe ocultarla a la perfección.