Nos habíamos mudado a una casa en los suburbios, era un vecindario pobre pero lleno de vecinos amistosos. Basta decir que se suponía que este sería un nuevo comienzo para mí, un nuevo padre soltero y mi hijo de cinco años; de salir del drama y el estrés del año pasado.
El trabajo siempre me retrasaba para la cena, cada vez que llegaba lo encontraba en el mueble, dormido y con la TV encendida. No teníamos dinero para contratar una niñera, la verdad, el poco dinero que ganaba apenas nos alcanzaba para comer. No importaba él era feliz y yo con él.
Nunca olvidare ese invierno, llovía a cantaros casi todas las noches. A mi hijo le encantaban las tormentas, la luz de los relámpagos cuando inundaban los cuartos de nuestra casa lo asustaba un poco pero luego se calmaba y me sonreía como pidiendo más del espectáculo.
Una mañana lo encontré despierto y risueño.
—¡Miré los relámpagos desde mi ventana!
Unos días después, me dijo lo mismo.
—Claro que no. No llovió anoche, estabas soñando.
—Oh… —Le revolví el cabello, para animarlo le prometí que habría una nueva tormenta pronto.
La novedad se volvió patrón. A diario me contaba cómo había visto los relámpagos en su ventana, incluso en días claros y despejados. Aunque algo extrañado, lo creí enamorado de la idea.
Todos me aseguran que no hubiera podido hacer nada, que no había forma de haberlo supuesto. Pero la culpa me carcome el alma. Revivo a menudo esa mañana: hacía café, vaciaba la leche en un plato de cereal y leía las noticias en el diario donde alertaban de un asesino serial. Elegía un blanco joven (usualmente un niño), observaba su casa durante un tiempo y luego le tomaba fotos por las ventanas, con flash, mientras dormían. El maldito los desollaba y no contento con ello mutilaba el cadáver de sus víctimas, le seguían el rastro por las fotos que enviaba a los familiares de sus víctimas.
Una semana antes de que el depredador fuera atrapado, llegue borracho del trabajo, intente visitar el cuarto de mi hijo para ver si estaba dormido pero apenas podía sostenerme, mi alcoholizado ser solo recuerda unos estallidos de luz en el cuarto y luego solo silencio.
La policía me dice que no descansara hasta encontrar el cuerpo. Tengo miedo, aun no abro el sobre que me llego esta mañana.
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